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Las muertes de David Bowie | Rastreo de arcos y caídas, de Ziggy Stardust a Lazarus

Una aproximación a algunas imágenes del ícono artístico David Bowie, a través de una de las películas que protagoniza, The man who fell to earth (N. Roeg, 1976) y ciertas relaciones y fulguraciones entre el personaje del film y otros creados por Bowie.

“If it’s wearing a pink hat and a red nose and it plays the guitar up-side down, I’m gonna look at it. I love to see people being dangerous” [19 de abril de 1988]

“One isn’t totally what one has been conditioned to think it is. There are many facets of the personality, which a lot of us have trouble finding, and some of us too find them too quickly” [Cracked actor, 1975]

Una de las divisiones de World Enterprises Corporation es la producción de libros. Libros de arte que, asumimos, algo de raro, algo de invento tienen. Eso, inventar, es lo que hace Thomas Jerome Newton, el alien no-científico caído del cielo en The man who fell to earth (Nicolas Roeg, 1976), el registro de la odisea de un inventor alienígena en la tierra. Uno de esos libros de arte, Masterpieces in Arts and Poetry, aparece en la primera parte de la película, cuando vemos el rápido ascenso en América del genio extraterrestre, hoy empresario misterioso que no aguanta el movimiento de un auto a 40 km/h –lo marea. El profesor Nathan Bryce recibe el libro como regalo de cumpleaños de su hija, que escribe una tarjetita y la pone en medio del libro, justo entre las páginas dedicadas a otra caída.


[Paisaje con la caída de Ícaro] Landscape with the Fall of Icarus, c.1555 (oil on canvas), by Bruegel, Pieter the Elder (c.1525-69); 73.5×112 cm; Musees Royaux des Beaux-Arts de Belgique, Brussels, Belgium. 

De un lado, un cuadro; del otro, un texto; ambos sobre Ícaro, el personaje mitológico fascinado por el vuelo y el sol. El cuadro no parece una representación usual del mito: vemos una aldea y sus trabajadores, montañas y un lago inmenso, o el mar, algunos barcos, el sol bajando y, a un costado, el agua tragándose a un hombre. Vemos apenas sus piernas y el movimiento del agua alrededor de ellas nos hace pensar que el hombre que se ahoga acaba de caer. Miramos el agua y con ella se confunden las alas del hombre, a punto de sumergirse completamente: not quite this not quite that (G. Didi-Huberman, 1989: 138). Ése es Icaro en Paisaje con la caída de Icaro, pintura flamenca del siglo XVI de Brueguel, el viejo. El texto en la otra página es un poema sobre el cuadro: “Musee des Beaux Arts” (1938), de W. H. Auden, habla de la indiferencia de los trabajadores y los animales ante la caída sorprendente de un hombre –a boy– desde el cielo: “[…] how everything turns away / Quite leisurely from the disaster”. El profesor Bryce observa el cuadro y el poema. La contemplación cierra con un acercamiento a lo que podemos ver del cuerpo de Ícaro [piernas, alas + agua/olas], mientras suenan el mar y los pájaros.

El cuadro de Bruegel en el libro Masterpieces in Arts and Poetry.
Detalle del lienzo.

Podemos dudar de que este libro sea una de las patentes básicas inventadas por el alien Newton. Pero no es posible dudar de una de sus obsesiones, fijada en estas páginas y su contemplación: la imagen. Y toda la experiencia, o experiencias que se generan desde esta obsesión, esa especie de correlato que da cuenta de la experiencia de estar ante la imagen. En esta escena, el correlato es una escritura que actualiza la práctica de la ekphrasis, que en la antigüedad era la descripción literaria de una obra pictórica. Auden visita el Museo de Bellas Artes de Bruselas a finales de 1938, mira el cuadro de Brueguel y escribe el poema. A su vez, el cuadro es una especie de descripción o imaginación visual de una escritura (Patrick Hunt, 2005)la historia de Ícaro y su padre Dédalo en las Metamorfosis de Ovidio. La articulación de imagen y escritura implica una lectura, es decir, una narrativa de la experiencia de enfrentar a la imagen, que nos toca algo adentro y provoca otro cuerpo, que sale para ser imagen también.

Tal vez lo que tiene de invento el libro es esta articulación –en raíz corporativa– de imágenes, escrituras y lecturas para la prolongación de la contemplación. Este acto ocurre en un mundo alterado por la imagen que crea y vende una mente extraterrestre: telescopios, cámaras, pantallas y espejos que el mundo no conoció antes y que, sin embargo, no han cambiado en nada al mundo, que se ve igualito. Pero, al menos podemos ver la obsesión y lo que ocurre con ella, en lo que comienza siendo una llegada y se va convirtiendo en un encierro en el planeta de las empresas, las televisiones, el dinero y el gin. El deseo primero del alien de llevar agua a su planeta seco se recorre en la velocidad de la vida terrenal, a la par de una nostalgia paralizante, seca. La obsesión es este correlato de textos y lecturas, historias y postergaciones, esos trayectos diferidos, traídos al siglo XX, desde un espacio, desde el espacio y un cuerpo del espacio tan atractivo como inasible. Así, la película puede ser comprendida, básicamente, como una articulación de esa obsesión para la búsqueda de un efecto, una emoción/conmoción en el sujeto de la experiencia. Nosotros, todos los que estamos ante esta imagen, ante este alien de pelo naranja y piel pálida –a quien también miramos asomarse a un cuarto de paredes cubiertas de conos, o de perfil con un abrigo de cuello alto y capuchón marengo, en las portadas de dos discos de rock de los 70. David Bowie es el alien.

Portada de Station to Station (1976). Fotografía de Steve Schapiro, durante el rodaje de la película The man who fell to earth, filmada entre julio y septiembre de 1975, en Nuevo México (Estados Unidos). Vestuario de Ola Hudson para la película y Mr. Bowie as The thin white duke, tour Station to Station (1976).
Portada de Low (1977). Fotografía de Steve Schapiro, también realizada durante el rodaje de The man who fell to earth

Arcos de la caída: Newton y Ziggy

The man who fell to earth comienza con una caída. Una nave suena y el fuego la impulsa. Esa nave es un cuerpo azul y se parece a un pájaro. Su trayecto es una explosión de luz y sonido en el cielo. Va muy rápido y se parece a un cohete. El cuerpo explosionando atraviesa la atmosfera de la tierra, sobrevuela unas montañas y cae con mucha fuerza en un lago. El sonido de la caída y la altura del agua llenan todo el espacio. La siguiente imagen es la de un hombre bajando desde la cima de una montaña, dando pasos con dificultad, resbalándose en la tierra. A este hombre encapuchado, el alien Bowie, lo observa otro: el pastor del cuadro de Brueguel se ha convertido en un hombre de traje que también está en la montaña y que, a diferencia del hombre del arado en el paisaje del siglo XVI, no mira con indiferencia a ese que, a diferencia del personaje mítico, viene del cielo y no muere en la caída.

Stills de la película The man who fell to earth.

Este tipo de conexiones entre imágenes es lo más provocativo de la película de Nicolas Roeg. La reelaboración de una imagen sobre otra en la contemplación es uno de los mecanismos que crea la experiencia de estar ante la imagen. Ésta es fundamentalmente encarnada por Thomas Newton, el alien que mira más de 10 televisores al mismo tiempo y se pone, se saca y se vuelve a poner los ojos humanoides, una capa gelatinosa adherente, brillosa, que cubre unos ojos amarillos, cortados verticalmente por un tajo oscuro, como los de un anfibio, o un gato.

Otra de las maneras de articular las imágenes es la edición, una de las propuestas formales más interesantes de Roeg en una película de ciencia ficción con pocos efectos especiales, que se enfoca no en el argumento, sino en ideas y un personaje [Ebert, 2011]. La búsqueda de un efecto o una conmoción en la contemplación de la alternación rápida y cortante de imágenes de planos diferentes funciona a varios niveles: la experiencia de la imagen es también la del recorrido de un trayecto vertiginoso, perseguido por la idea y el hecho de una caída que no puede evitarse. Esta experiencia es la de la violencia del orgasmo cuando las imágenes de Newton en una representación de teatro kabuki se combinan con las del encuentro sexual entre el profesor Bryce, una de sus alumnas y su cámara, un dispositivo óptico de World Enterprises que toma fotografías y revela al interior la cinta. Es una experiencia del horror del cuerpo cuando Thomas revela su naturaleza alien a Mary-Lou, su amante terrestre, y esto se convierte en una especie de reencarnación en imagen del ciclo sexual reproductivo de dos cuerpos alienígenas secretantes.

Pero la conexión más fuerte –o más rica– de imágenes es la que se da entre los contenidos al interior y al exterior de los márgenes de la película. Es decir, la articulación de imágenes que sobrepasan los límites de una ficción para dirigirse a otra, o reelaboran esa ficción para una configuración más compleja. Hablamos, por supuesto, del alien que es Bowie, de cómo es imposible no estar de acuerdo con el acuerdo crítico que sentencia que Bowie es el único que podría haber interpretado a Newton. Dicho acuerdo se basa en las cosas que hace y es Bowie antes y después de esta película. Es un trayecto al que podemos fijar un punto de partida con la caída de Ziggy Stardust and The Spiders from Mars, y un punto de llegada con la última figura, en el último disco, el último video y la última elaboración del personaje. Lazarus, el pájaro azul que está en el cielo. Ese último canto que resuena desde el 8 de enero del 2016, desde 1976, 1972, desde que Bowie cayó del cielo.


David Bowie y Candy Clark, Tommy and Mary-Lou en la película de Nicolas Roeg. 


Blackstar (2015) y Lazarus (2016). Dirección: Johan Renck. Fotografía: Darren Lew y Crille Forsberg. Diseño de vestuario: Niki Lindroth von Bahr y Nicklas Nilsson. Coreografía: Elke Luyten y Kira Alker.

La escritura es para otro

¿Por qué Ziggy? Ziggy played guitar. Ziggy really sang. Si podríamos decir así nomás que gran parte de la idea de reinvención de personajes en Bowie tiene que ver con la idea del espacio entendido, por ejemplo, desde la ciencia ficción, si pudiéramos decir esto sin temor a generalizar, debemos mirar al Bowie de 1972, ese alien que cae a la tierra, rockstar alien que hace temblar la tierra con la guitarra, la Tierra en sus últimos cinco años. Quitamos el temor si borramos de la hipótesis el género –ciencia ficción– y nos quedamos con la idea de la reinvención de personajes y el espacio así nomás. En una entrevista de Paul Smith en 1988, animada el 2014 por PBS Digital Studio para su serie Blank on Blank, Bowie explica que en los 70 no tenía problema en escribir canciones para Iggy Pop, o producir para Lou Reed o Mott the Hoople. “Podía entrar en su estado de ánimo y entender lo que querían hacer. Pero me resultaba extremadamente difícil escribir para mí. Así que me pareció bastante fácil escribir para los artistas que crearía… realmente fue mucho más fácil creando un Ziggy, escribir para él, a pesar de que era yo quien lo hacía. Era capaz de crear cierta distancia entre mi mismo y el resto del mundo”. La invención tiene que ver con una escritura, ese correlato de la imagen que da cuenta de la experiencia que se vive con ella. Ella, ese alien sci-fi/kabuki japonés, mesías marciano, andrógino, con cabello corto anaranjado neón, botas rojas y un enterizo de tela con estampado en zig zag, acolchado, rojo, azul y dorado. Escribir tiene que ver con la distancia, con ese espacio que se vive entre el artista que se crea [Bowie] y Bowie. El ascenso y la caída de Ziggy Stardust son dos puntas del arco de la experiencia de escribir como un invasor del espacio [I’m the space invader]: ése que viene a la tierra desde el espacio, pero también ése que habita el espacio entre la tierra y sí mismo.

La caída de Ziggy es un suicidio. Time takes a cigarrete. O demasiados gin & tonic, para el caso de Thomas Newton. Tommy ama tanto las imágenes como el gin. Y, como el alien de la guitarra, tendrá en la tierra la experiencia del visitante desencajado, mareado, fuera de sí. Ha venido a este lugar para buscar agua: hacer dinero, fabricar una nave espacial y un sistema para llevar agua a su planeta, volver a ver a su esposa y a sus hijos, volver. Lo que ha hecho es hacer un imperio de imágenes, fabricar su propia traición, convertirse en objeto de estudio de la ciencia que quiere saber cómo funciona este cuerpo no-terrestre, sacarle los ojos y encerrarlo con dosis de gin. Y escapar y hacer un disco, The visitor. La transición del invasor del espacio al visitante se puede leer también como un arco, en el que el rock & roll suicide con el que concluye Ziggy Stardust es una punta y la otra es un sombrero de ala ancha y debajo de él el alien que no puede volver a casa.

[waiter] I think maybe Mr. Newton had enough, don’t you?

[Dr. Bryce] I think maybe he has

[Mr. Newton] Ah…


Dr. Bryce encuentra el disco de Newton.

La película es una producción británica que se estrenó en marzo de 1976 en Reino Unido y dos meses después en Estados Unidos. Allí, la edición fue rechazada por el distribuidor del film: se cortaron y exhibieron versiones de 117, 120 y 125 minutos. Recién en los 90 se editó el director’s cut, de 139 minutos, dentro de la colección Criterion. La publicidad para el estreno destacaba, obviamente, a Bowie: “Another dimension of David Bowie, one of the few originals of our time”TheMan who fell to earth alcanzó el primer lugar en la taquilla en Estados Unidos. “Ahora, desde mi perspectiva, miro hacia atrás y me doy cuenta que desde el 72 hasta el 76, aproximadamente, era la estrella de rock definitiva. No pude haber sido más rockstar”, cuenta Bowie a Paul Smith en 1988. Nada más cierto. Entre el 72 y el 76, Bowie lanzó seis discos: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars (1972), Aladdin Sane (1973), Pin-ups (1973), Diamond Dogs (1974), Young Americans (1975) y Station to Station (1976). El arco: the rise and fall, 1972 y 1976. David Bowie-rockstar en Estados Unidos cerró –también– con su primer papel protagónico en el cine de ficción: el alien filmado en Panavision era otro espejo del marciano mesiánico del glam rock, el sucesor Halloween Jack de Diamond Dogs o el Duque Blanco de Young Americans y Station to Station. En otoño de 1976, Bowie se fue de Los Angeles a Berlin, para comenzar otra etapa, hacer de nuevo otro personaje, iniciar su colaboración con Brian Eno en lo que se conoce como la trilogía de Berlin [Low“Heroes”Lodger], abandonar la rígida fórmula leche + coca [Bowie, 1977: «I blew my nose one day in California and half my brains came out»], amar y dejar al alien.

««Not only it is the last show of the tour, but it’s the last show that we’ll ever do».

Bowie presentó Low en enero de 1977, una semana después de cumplir 30 años. Influenciado por el krautrock y el expresionismo alemán, Bowie hizo un disco que marcaba una distancia evidente con los años anteriores. Esa distancia, sin embargo, como espacio recorrido, no era una negación. Aunque no estaba fijado en su contrato, Bowie asumió que, además de protagonizar la película de Roeg, haría el soundtrack [I was the ultimate rockstar]. No fue así: John Phillips, ex The Mamas & The Papas, fue quien armó la banda sonora, una compilación de canciones de moda, música clásica y composiciones originales de Phillips y el japonés Stomu Yamashta. Después de filmar, Bowie comenzó a componer lo que en su mente sería el soundtrack de la película, con Paul Buckmaster, arreglista de “Space Oddity” (1969). Seis canciones fueron grabadas en la casa de Bowie en Bel Air, a finales de 1975, cuando también se iniciaba la concepción de Station to Station (1976) –la raíz artística de Low– y Bowie y Buckmaster escuchaban Radio-Activity de Kraftwerk (Wilcken, 2005: 16, 17).  El manager prometió a Bowie asegurar que él sea quien hiciera la banda sonora de la película, pero no lo consiguió. Se dice que el director escuchó las canciones grabadas por Bowie y Buckmaster: inquietantemente bellas, aclaró, pero demasiado espaciales para un film situado en el suroeste de Estados Unidos (Doyle, 2015). Debía sonar terrestre, o algo así, debía hablar de personas y sentimientos [por ejemplo, el romance entre Tommy y Mary-Lou, o la nostalgia del alien por su planeta y su familia], de una forma más o menos didáctica [muchas canciones con letra de evidente uso diegético], dejar en claro que el alien cayó en Estados Unidos.

En 1977, Bowie envió a Roeg una copia de Low. La nota decía: “This is what I wanted to do for the film”. Es un disco experimental, iniciático, lleno de atmósferas que prueban la lectura de Roeg, es decir, sí, son espaciales. Hay que tener en mente que el disco sale después de Bowie alien [Ziggy + Newton], por lo que su escucha viene cargada de esta imagen: la música es la escritura que hace correlato de la experiencia del alien [de]caído. Ésa es una vía. Sin embargo, lo espacial tiene que ver no solo con el espacio exterior sino con el espacio interior [“Bowie uses outer space to explore inner space, the alien to explore the self”; Jones, 2012: 135] y con la manera en la que el primero marca el punto de inicio del trayecto hacia el segundo. La escritura, si seguimos a Bowie, es la invención y la marcación de una distancia, de un espacio, que en el sonido de este disco tiene que ver con la exploración, con la dilatación de espacios sostenidos, si puede decirse así, en su intemperie. La imagen de esta intemperie se hace en la música –wondering ‘bout sound and vision.

Hay varias informaciones, deducciones y suposiciones acerca de lo que pasó con la grabación del soundtrack compuesto por Bowie y su relación más o menos directa o tangible con Low. El crítico musical Hugo Wilcken apunta en su libro dedicado a este disco que muchas grabaciones de este soundtrack fueron reutilizadas: Brian Eno habría dicho que “Weeping wall” nació en la composición de la banda sonora de la película de Roeg; sin embargo, Bowie aclaró que lo único que quedó en Low de ese trabajo fue la parte de reverse bass de la última canción, “Subterraneans” (2005: 16, 19). En todo caso –y es lo más importante– está la música, es decir, el salto del Bowie L. A. al Bowie Berlin y la evidente articulación entre Station to Station [+ soundtrack perdido {+/- The visitor}] y Low.

El musical y la última figura del pájaro azul

Escena de Lazarus, musical off-Broadway co-escrito por David Bowie y Enda Walsh.

En abril del 2015 se dio a conocer la noticia de que Bowie sería parte de la producción del musical basado en la novela de ciencia ficción The man who fell to earth de Walter Tevis (1963), adaptada al cine en la película de Roeg protagonizada por el músico inglés. El musical titulado Lazarus fue estrenado el 7 de diciembre en Nueva York: un mes después del estreno del video de ★ [Blackstar], la canción que le da título al último álbum, anunciado en octubre, y un mes antes de que éste saliera a la luz, junto con el video clip de “Lazarus”, la tercera canción del disco. El musical off Broadway, producido por The New York Theatre Workshop, fue co-escrito por Bowie y el dramaturgo irlandés Enda Walsh. Es dirigido por el holandés Ivo van Hobe y protagonizado por Michael C. Hall, el asesino de la serie Dexter, quien ha hecho la primera [única oficial] interpretación en vivo de la canción “Lazarus” en la televisión, en diciembre del año pasado [Bowie no iba a hacer una gira de conciertos con Blackstar: dos semanas antes del anuncio del lanzamiento del disco, su agente dijo que Bowie había decidido su retiro definitivo de los escenarios].

El guion parte de la historia del libro, es una secuela: Thomas Newton sigue en la tierra 40 años después de su llegada, ha sido abandonado por Mary-Lou y permanece en la nostalgia por su planeta y su familia. Contrata a una nueva asistente, Elly, que se enamora de él y termina reencarnado a la difunda Mary-Lou. Una niña de otro planeta llega a la vida de Newton para resucitar en él la esperanza de volver a su hogar en el espacio. Pero la esperanza parece destinada al fracaso por la aparición de otro personaje, Valentine. La música de la obra está compuesta por canciones de Bowie, clásicas y del nuevo disco –“Lazarus” es la pieza central. El musical dividió a la crítica: están quienes la consideraron rara y pretenciosa, y los que la vieron surrealista y fascinante. Más allá de esto, antes en realidad, vale entender la pieza como una forma de retomar un proyecto: escribir un musical para Broadway asentado en el rock. “I thought that would be a wonderful thing to do. I saw myself as someone who would end up writing musicals in a way –probably rock musicals of some nature– but it never actually became that. So, in a way, those ideas were kind of quashed a little when I realised what a huge ambitious thing that was to take on, you know, because you have to write dialogue and all that. And I really didn’t know how to approach that so I took a far simpler course and kind of abbreviated the idea of musical to a concept piece for an album, and created the characters to go with the albums” (2004).

El musical es un legado final, pero sobre todo lo es el último disco, y los últimos videos, “Blackstar” y “Lazarus” [ambos dirigidos por Johan Renck, quien ya había adaptado un minuto de la canción “Blackstar” para un capítulo de la serie que dirige, The last panthers, a principios de octubre del 2015]. Las exploraciones sobre la muerte son rastreables en las letras de varias canciones del disco y con la muerte de Bowie el 10 de enero, dos días después de su cumpleaños 69 y el lanzamiento oficial del álbum, son leídas como una despedida, un anuncio, una escritura final. Ésa podría ser una interpretación de las notas que escribe el personaje en el video de “Lazarus”: salido de un armario grande de madera, baila, canta frenético, se sienta frente a un escritorio con ese ritmo y con ese pulso escribe frente al cráneo del astronauta muerto del video de “Blackstar”, sobre una hoja que bien podría ser parte del libro del profeta de esta historia, que es la misma. La letra habla del ascenso final del alien, a quien todos ya conocen acá, que no tiene nada más que perder para alcanzar el vuelo de un pájaro azul, ése que es él:

Baila, canta y escribe vestido con un traje azul oscuro pintado con líneas blancas transversales. Ese traje –diseñado por Niki Lindroth von Bahr y Nicklas Nilsson– es una reelaboración de una de las creaciones de la diseñadora Ola Hudson para The thin white duke, el personaje que arma Bowie durante la gira de Young Americans (1975) y que se extiende hasta el disco y el tour Station to Station (1976). La fotografía de Steve Schapiro fue utilizada como la contraportada de este álbum y como imagen promocional de éste en su lanzamiento. Además, Hudson –que tuvo un romance con Bowie mientras vivía en L. A. – diseñó los trajes de Bowie para The man who fell to earth y Schapiro fue uno de los fotógrafos de la película. En realidad, no se trata de una fotografía sino de una sesión fotográfica que, en algunas fuentes, lleva el título de Bowie and The Tree of Life. El Árbol de la Vida de la Cábala, el ocultismo, la escritura satánica de Aleister Crowley son las fuentes y temáticas de las canciones de Station to Station, que permanecieron, incluso, hasta “Breaking glass” de Low: «Don’t look at the carpet / I drew something awful on it». Paul Trynka, biógrafo de Bowie, describe Station to Station así: «the climax of David Bowie’s love affair with Freud’s ‘magical substance’, as well as his definitive statement on his rootless, confused existence in Los Angeles” (O’Hagan, 2013).

Contraportada de Station to Station (1976). Fotografía de Steve Schapiro.
Still del videoclip Lazarus (Johan Renck, 2016).

Arriba, una de las imágenes de la campaña publicitaria del lanzamiento del disco Station to Station (1976), en la que se ve a Bowie con toda su discografía. Abajo, Bowie promocionando Young Americans (1975) en el show de Cher, el 23 de noviembre de 1975.

Hay quienes proponen este cruce de referencias no como el retorno del duque blanco para este personaje del video, sino como la interpretación del antiguo rito de Memphis y Misraim en la masonería: aquí estaría el sentido de la calavera ante la cual se escribe una testamento filosófico sobre los derechos de un hombre en la tierra. Sin embargo, también es posible hacer otra lectura, siguiendo las líneas que hemos marcado hasta ahora en este texto, que tiene que ver con la reelaboración de la imagen y, con ella, el correlato que da cuenta de su experiencia. No solo vemos a Bowie en este traje negro, sino postrado en la cama de un hospital, con una venda sobre los ojos, vueltos botones pequeños que parecen desorbitados o desajustados. Sobre la cama, Bowie se mueve y baila como si estuviera levitando, o como si estuviera a punto de alzar el vuelo final hacia el cielo en ese traje azul, blue bird con las alas pintadas como trazos blancos no uniformes. Así como se confunden las alas de Ícaro en el mar del cuadro de Brueguel, o como si las líneas del traje del Duque Blanco de 1976 se hubieran gastado, hubieran sido gastadas con poco esmero, como detalles de un traje viejo, guardado y recuperado.

No, no estamos hablando de Ícaro ni del Duque Blanco, sino de Lázaro y ése es justamente el punto de llegada en el trayecto del arco. El cielo y la libertad, como promesas que anuncian la muerte y la resurrección de Jesús en la historia milagrosa de Lázaro, se observan en este Lázaro como puntos de una caída: el cielo está arriba, las heridas no pueden ser vistas, I’m so high it makes my brain whirl. Sin embargo, la historia de Lázaro es la de la doble muerte, porque su resurrección no es la vida eterna –para eso, hacia eso, Jesús. Doble muerte que, para la historia de reinvención de Bowie, se desplaza y multiplica: Bowie siempre es otro o, más bien, acoge a otros siempre, para quienes escribe porque sino no puede, para quienes canta. La experiencia de la imagen es, así, una experiencia de muerte, de la muerte distanciada de su unicidad, multiplicada en tanto imagen y escritura. El drama que no puede ser robado es ése: la resurrección pero, sobre todo, las muertes, las posibilidades de morir de todos ellos que [no] soy, no una ni dos, ni mil veces. Ain’t that just like me. Un pájaro azul, una estrella negra. El alien viaja a casa:

I’ma take you home (I’m a blackstar)

Take your passport and shoes (I’m not a popstar)

And your sedatives, boo (I’m a blackstar)

You’re a flash in the pan (I’m not a marvel star)

I’m the great I am (I’m a blackstar)

Referencias

Sobre Bowie

Rafa Cervera, “Berlin: el renacimiento expresionista de Bowie”, en El País, 13 de enero de 2016. http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/12/actualidad/1452625881_895189.html

Roger Ebert, “The man who fell to earth”, en rogerebert.com, 13 de Julio de 2011. http://www.rogerebert.com/reviews/the-man-who-fell-to-earth-2011.

Santiago Espinoza, Andrés Laguna, Luis Brun, Javier Rodríguez, Luis Rodríguez, Eduardo Aramayo, “David Bowie: una odisea musical”, en suplemento La RamonaOpinión, 17 de enero de 2016. http://www.opinion.com.bo/opinion/ramona/2016/0117/suplementos.php?id=8167.

Craig Jenkins, “Miren arriba, estoy en el cielo: cómo David Bowie se despidió del mundo con ‘Blackstar’”, en Noisey, Music by Vice. Entrada del 11 de enero de 2016.http://noisey.vice.com/es_mx/blog/como-david-bowie-se-despidio-del-mundo-con-blackstar

Peter R. Koenig, “The laughing gnostic – David Bowie and the Occult”, en parareligion.ch, 1996-2016. http://www.parareligion.ch/bowie.htm.

Sean O’Hagan, “Who is David Bowie? A guide to V&A retrospective, en The Guardian, 16 de febrero de 2013. http://www.theguardian.com/music/2013/feb/16/david-bowie-guide-retrospective-show.

Sky Obercam, “The Colorful Canvas Files: Costume Designer & Artistic Diva, Ola Hudson”, en Clutch Magazine, 2014. http://www.clutchmagonline.com/2014/02/colorful-canvas-files-costume-designer-artistic-diva-ola-hudson/.

Alex Pappademas y Chuck Klosterman, “The Nobituary: David Bowie”, en Grantland Magazine, 11 de marzo de 2013. http://grantland.com/features/chuck-klosterman-alex-pappademas-david-bowie-career/

Jody Rosen, “David Bowie as Starman: His Crucial Obsession With Space”, en Billboard, 14 de enero de 2016. http://www.billboard.com/articles/news/magazine-feature/6843057/david-bowie-space-obsession.

Rob Sheffield, “Low”, en Rolling Stone, 11 de mayo de 2001. http://www.rollingstone.com/music/albumreviews/low-20010511

Alexis Soloski, “Lazarus review – Bowie’s baffling starman lands off-Broadway”, en The Guardian, 8 de diciembre de 2015. http://www.theguardian.com/stage/2015/dec/08/lazarus-review-david-bowie-jukebox-musical-off-broadway-new-york.

Alex Sumner, “David Bowie: closet ocultist!”, en soldascendane.com , 14 de enero de 2016. http://solascendans.com/2016/01/14/david-bowie-closet-occultist/.

http://www.bowiegoldenyears.com/mwfte.htmlBowie Golden Years.

http://www.5years.com/, The Rise and Fall of Ziggy Stardust & The Spiders from Mars.

Otras referencias

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Patrick Hunt, “Ekphrasis or Not? Ovid (Met. 8.183-235 ) in Pieter Bruegel the Elder’s Landscape with the Fall of Icarus”, en Philolog. Classical connections – commentary and critique (blog), Metamedia http://traumwerk.stanford.edu/.  Entrada del 9 de noviembre del 2005.

Libros sobre Bowie

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Howard Hughes, Outer Limits:The Filmgoers’ Guide to the Great Science-fiction Films, I. B. Tauris, 2014. https://books.google.com.bo/books?id=2_h9AwAAQBAJ&dq=man+who+fell+to+earth+panavision&source=gbs_navlinks_s.

Dylan Jones, When Ziggy Played Guitar: David Bowie, The Man Who Changed The World, Random House, 2012. https://books.google.com.bo/books?id=6Xx5PsCeS0kC&dq=i+was+the+space+invader+bowie+interview&source=gbs_navlinks_s

Mauren King, “Future legends: David Bowie and science fiction”, en Trajectories of the Fantastic:Selected Essays from the Fourteenth International Conference on the Fantastic in the Arts (ed.: Michael Morrison), Greenwood Publishing Group, 1997. https://books.google.com.bo/books?id=ssGT7x-jCTYC&dq=low+man+who+fell+to+earth+bowie&source=gbs_navlinks_s.

Hugo Wilcken, Low, A & C Black, serie 33 1/2, 2005. https://books.google.com.bo/books?id=KivUAwAAQBAJ&dq=hugo+wilcken+low+bowie&source=gbs_navlinks_s.

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Cracked actor: a film about David Bowie. Documental dirigido por Alan Yentob, para la serie Omnibus de BBC2 UK. 50 min. Emitido el 26 de enero de 1975.

Clips subtitulados en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=yUuL5iln3fI&list=PLPLrLbRNx__Oi2Z_ABON43Sd2Vhd4zbtY.

Canciones (Los Angeles, 1974): https://www.youtube.com/watch?v=WtI7TWSi5sw.

David Bowie on Stardust. Entrevista de Paul Smith, 19 de abril de 1988. Animación de PBS Digital Studios para la serie Blank on Blank, 2014.

Video + artículo en Rolling Stonehttp://www.rollingstone.com/music/videos/david-bowie-explains-ziggy-stardust-persona-in-animated-interview-20140519.

The soundtracks of The man who fell to earth. Video essay de Sean Doyle para el blog de la Revista Film Comment, Film Society of Lincoln Center. Entrada del 21 de septiembre de 2015.

Video + texto: http://www.filmcomment.com/blog/video-essay-the-soundtracks-of-the-man-who-fell-to-earth/.

Vimeo: https://vimeo.com/139967598.

Mary Carmen Molina

Mary Carmen Molina

Crítica e investigadora en cine. Editora de publicaciones especializadas en audiovisual boliviano. Programadora y productora de contenidos culturales vinculados a la difusión del audiovisual boliviano y a las mujeres este campo. Co-fundadora y co-editora de la página web Cinemas Cine (2009 y 2014). Gestora y curadora del ciclo Cine español en Bolivia (2013-2015) y del Encuentro de Cine de la Fundación Simón I. Patiño (2014-2018). Editora de contenidos impresos del Festival de Cine Radical (desde 2016) y de los libros Insurgencias. Acercamientos críticos a Insurgentes de Jorge Sanjinés (2012) y Latinoamérica Radical (2019), entre otros. Co-fundadora en 2019 de la plataforma digital www.imagendocs.com. Co-productora y co-conductora del programa radial Cine con Cristal, de Radio Cristal de La Paz, entre 2008 y 2012. Co-productora y co-conductora del programa radial La mirada incendiaria, de Radio Deseo de La Paz (desde 2016). Consultora en comunicación. Licenciada en Literatura y candidata a la maestría en Literatura boliviana y latinoamericana de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Como investigadora en literatura, se especializa en literatura boliviana y literatura boliviana escrita por mujeres en el siglo XX, y representaciones de lo femenino en la literatura boliviana de principios del siglo pasado. Tiene artículos y estudios sobre las obras de María Virginia Estenssoro, Blanca Wiethuchter, Jaime Saenz, Oscar Cerruto, Ricardo Jaimes Freyre y Alberto de Villegas, entre otrxs autorxs. Fue parte del grupo de investigación La crítica y el poeta, de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, Bolivia, con varias publicaciones en volumenes colectivos (2011-2019).

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