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La historia que desarrollé es sobre la vida de Chiñoy, el último “jefe nativo” de la tribu Ayorea. Él vivía en un principio en la selva de Zapoco, pero a raíz de la llegada de la iglesia evangélica, tuvo que migrar a la modernidad, donde muchas de sus costumbres han transmutado, quedando muy poca esencia de lo que un día fueron.
Para poder rescatar y preservar la memoria de Chiñoy y de todo lo que él representa como padre, como abuelo, como amigo y como el último jefe nativo de la tribu Ayorea, he pedido a sus hijos y nietos que me cuenten las vivencias de Chiñoy en la selva desde su mirada sincera y tierna. Este proyecto ha resultado en un diario tipo bitácora, donde yo también me veo reflejada y refuerzo mi identidad y mis raíces indígenas, a partir del vínculo que he creado con él y su familia, creando así una memoria de esta tribu desde un enfoque más cotidiano y familiar.
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