
¿Usted sabe algo sobre el expresidente de Bolivia, Alfredo Ovando Candia? Algo quema, la ópera prima de Mauricio Ovando, es un documental que cuenta un encuentro entre los relatos familiares sobre su abuelo, un hombre amoroso con una familia idílica, y lo que la historia dice de él, un dictador que ni siquiera es reconocido como tal, bajo cuyo mandato se mató al Che Guevara, se produjo la masacre de San Juan y, a la vez y paradójicamente, la nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). El documental tuvo su premiere mundial el 17 de abril en el 20º BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) con la aceptación de un público que llenó la sala y, luego de la proyección, participó activamente del debate con el director. La película ganó dos premios en el festival: Mejor Dirección, en la competencia latinoamericana, y el Premio de la crítica de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI).

Algo quema es un film arriesgado desde su concepción, con un formato poco usado en el cine nacional. La idea surgió en 2008, pero el trabajo serio empezó hace dos años. El guion se reemplazó por una estructura a partir del material que existía, por una parte testimonios que el director obtuvo de familiares, por otra parte los rollos de cinta Super 8 que su abuelo filmó incansablemente y que estaban en el sótano de su casa durmiendo. Finalmente, estos rollos fueron despertados dos generaciones después para, de alguna forma, hacerse cargo de una historia controvertida de quien en vida no pagó por todo lo que hizo.
Con un presupuesto de más de $us 12.000, en 77 minutos el trabajo del equipo de Algo quema –Juan Álvarez-Durán en la producción, Cecilia Almeida en el montaje, Fernando Hurtado e Isaac Rivera en la producción de sonido, entre otros, bajo la dirección del joven cineasta paceño de 31 años, Mauricio Ovando– lleva al espectador a conocer lo más íntimo de la vida ‘perfecta’ del militar que fue dos veces presidente de facto en Bolivia, en 1966 y 1969. La escena final rompe con todo lo visto e impacta en su honestidad.
Lila Andrea Monasterios: ¿De cómo nace la idea de hacer un filme experimental para el mundo del documental en Bolivia?
Mauricio Ovando: Es la primera vez que me aventuro a dirigir un documental, a mí me encanta el cine que se resuelve en el camino, en el que existe ese proceso de no saber qué va a pasar, por ejemplo cuando encontramos un fragmento del año 1966 del British-Pathé nos pusimos a pensar ¿qué dice eso como secuencia, donde lo colocamos? Lo que teníamos claro eran bloques de espacio-tiempo de la memoria familiar, de la casa, de la contextualización histórica de la etapa militar.
LAM: Hablas de una película responsable ¿En qué sentido?
MO: Este fácilmente pudo haber sido un filme sobre un nieto que le rinde homenaje a su abuelo, pero ¿dónde quedaría la responsabilidad de esta figura pública? Como un familiar sentía que era necesario y urgente porque ¿quién se hace cargo de lo que hizo Ovando si no lo hace ni la familia, ni el Estado? ¿Si ni siquiera se han desclasificado los archivos militares y los militares todavía tienen mucho poder? Yo me puedo hacer cargo desde el cine, desde un lugar libre, sin culpa ni moral, sin hacerse a la vista gorda ante nada.
LAM:¿En el plano íntimo familiar hubo alguna discrepancia respecto a que hurgues en los recuerdos y en las heridas?
MO: Estaba clarísimo que así como yo soy el director y quiero que se respete mi posición, también voy a respetar la posición de mi familia. Yo me tentaba en poner otras cosas pero no lo hice para tener coherencia con la película que toca mucho esto del respeto a la familia. No como una lealtad ciega casi militar, pero sí con una comprensión y apoyo en el sentido en el que se puede estar de acuerdo con algo que se dijo o no, pero el “te apoyamos, no importa el final” siempre estuvo presente y eso es genial porque no creo que eso pase normalmente en una familia.
LAM: Alfredo Ovando Candia era un hombre que, entre otras cosas, tenía siempre una cámara en la mano ¿Sientes que la herencia del cine viene por allí?
MO: Definitivamente. Lo que hemos dilucidado en la creación de este documental es que el vínculo con mi abuelo es el cine, es lo que nos une. Después muchas cosas no nos unen, está claro, yo con lo militar no tengo nada que ver, ni quiero, ni voy a tener que ver. Él tenía un amor por filmar a su familia, pedía a los edecanes que filmasen a su familia, luego al hijo mayor, luego al menor y yo sigo filmando a la familia.
LAM: ¿Contaron con algún financiamiento?
MO: Cero financiamientos. Es menester mencionar que hemos aplicado a los pocos fondos estatales, como el premio Eduardo Abaroa, o al fondo de la Alcaldía de La Paz y otras instancias, pero no hemos recibido nada.
LAM: ¿Cómo es que logran estrenar este documental en un festival tan importante como es el BAFICI?
MO: Ha sido una sorpresa para nosotros porque hemos mandado la película a un par de festivales y hemos recibido respuestas negativas. Pero hemos decidido confiar en que la película podía ir a festivales grandes y que alguno podría darle atención. Hemos puesto mucha energía en esto para que realmente pueda ser y tal cual, nos han respondido muy rápido. Es el lugar correcto para estrenar, no solo en la región sino en el mundo.
Con Argentina somos países hermanos y estamos muy unidos por nuestra historia con las dictaduras. Aquí existe un despertar por parte de los hijos de los genocidas, como la organización HIJOS (Hijos e hijas por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio). El solo hecho de saber que eso está en Argentina ya da la idea de que es el lugar correcto para estrenar la película. Además, hay varios archivos de noticieros argentinos en el film, eso también lo ha sabido leer el comité de selección ¡No podemos estar más felices!
LAM: A diferencia de otros países, en Bolivia no parece ser de interés abordar temas que revuelvan un poco nuestra historia, sobre todo en esa época cuando la injerencia estadounidense hizo de Latinoamérica su centro de dictaduras ¿Este filme se trata de un breve rescate de nuestra memoria?
MO: Siento que hay muy pocos casos de películas sobre las dictaduras y lo que hay creo que lo afrontan desde lugares bastante comunes como el militante de los 70 – que no tiene nada de malo – pero yo quería mostrar como vemos desde ahora hacia ese pasado, ahora tenemos otra lógica. Son tan pocos los filmes que no se puede hablar de cine y memoria como tendencia, pero Algo quema habla sobre eso, de cómo se construye una memoria no solo de la vida personal de mi abuelo sino de cómo la propia familia selecciona de qué cosas acordarse. Que también representa una versión en pequeño de la sociedad, ¿De qué queremos hablar, qué queremos olvidar? Se piensa que la dictadura es una herida, que es mejor no hablar de eso en la memoria colectiva. A eso súmale el silencio y omisión por parte del Estado, los archivos clasificados de la época y el poder que tienen los militares sobre la historia y la memoria que nos corresponden. El mismo silencio que puede guardar una familia es el mismo silencio que puede guardar un Estado hacia sus conciudadanos. Mi abuelo era muy consciente de como construía su imagen pública, como también la familiar y esa última es la que yo exploto y la gozo para hacer el contraste entre esta imagen familiar de padre perfecto, con la del hombre que ha incidido en otras familias que no tienen los mismos recursos o conocimientos para mostrar sus propias historias.
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