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De camino al horizonte

La primera pregunta que se manifiesta al momento de hablar sobre cine y educación será la siguiente: ¿por qué enseñar cine? La respuesta inmediata será clara y simple: “porque me gusta el cine”. 

Esta primera aseveración es auténtica, mas no suficiente. Nos hemos dado cuenta de que la enseñanza de cine en las escuelas es una práctica del no, una experiencia de resistencia y un acto de rebeldía. Es una práctica del no al considerar que no todo lo que vemos en la televisión (especialmente en la televisión abierta) es bueno o digno de ser repetido y menos de ser celebrado. Es una experiencia de resistencia cuando intuimos que algo no corresponde con nuestra vida, cuando intuimos que estamos saturados de estereotipos y simplificaciones insultantes en las películas que se venden de a cinco en diez bolivianos (y que, sin embargo, nos gusta ver cada fin de semana). ¿Cuáles son los mecanismos que se operan en esta lógica de comportamiento? También es un acto de rebeldía cuando el aburrimiento, la rutina y la falsa moralidad, muchas veces presentes en las escuelas, crean expectativas luego decepcionantes para los estudiantes al momento de encender un televisor en el aula. Es una práctica del no, de resistencia y rebeldía cuando el cine y cualquier otra forma de expresión artística están exageradamente instrumentalizados hasta su deformación. 

Consecuentemente, la enseñanza de cine en las escuelas es el ensayo de una respuesta diferente a las exigencias y aspiraciones, muchas veces contradictorias, de nuestra sociedad. O al menos es la búsqueda de una respuesta que aspira a ser diferente. Es en el cumplimiento de esa aspiración que se correspondería con el amor por lo que se hace, aún a costa de toda responsabilidad. 

Intuición y generación espontánea

«Cuando hablo con los changos parece que creen que las pelis aparecen de por sí».

Esta expresión surge casi como una revelación en una conversación casual, por lo mismo resulta ampliamente gráfica.

La educación en medios tradicionalmente se ha basado en el estudio teórico de la prensa escrita, televisión y radio. En cuanto al cine, la situación suele ser similar. Buenamente intencionada, la labor educativa tiende a detenerse en un recorrido histórico de nombres, títulos y años. En el actual sistema, el estudio de cine se abre de manera genérica al estudio de medios de comunicación y, aunque tiende al análisis crítico, es cierto también que tiende a conformarse como una forma instrumentalizada de ideología. Otros elementos como el goce estético de la enunciación y el enunciado fílmico. O la conformación de discurso y pensamiento reflexivo sobre el hecho sencillo y complejo de vivir no son contemplados. En el mejor de los casos este tipo de abordajes, u otros que se aproximen a la experiencia de la realización, se dejan a iniciativa y riesgo del maestro. Resulta lógico que exista muy poca o ninguna meditación acerca del cine y la mirada.

Para muestra, el botón

A paso del sol es un cortometraje realizado en el año 2012 con estudiantes de tercero de secundaria como respuesta a una de las contradicciones en los hábitos educativos[1]. En este corto se trabajó bajo dos premisas derivadas del principio de variación: 

a) Entablar un diálogo con un segmento del cine boliviano. 

b) Generar discurso evitando, en lo posible, los lugares comunes.

Vuelve Sebastiana (Jorge Ruiz, 1957), uno de los filmes más caros al cine boliviano, fue el asidero para iniciar nuestra travesía. De este filme se desprendieron diversas reflexiones sobre la identidad, la estructura y la manera de encarar el discurso. Respecto del aspirado purismo identitario ligado al espacio geográfico que busca Ruiz casi románticamente, casi poéticamente, nuestra respuesta fue concreta: señalar el lugar habitado por los estudiantes. Un espacio singular donde casi la totalidad de los habitantes son migrantes del campo a la ciudad y que, a pesar de su situación de periferia en el municipio de El Alto, no sufren ningún choque cultural con la ciudad. Se trata de un espacio intermedio que no es el campo y que tampoco es la ciudad. Del soporte otorgado metafóricamente en el viaje circular de Sebastiana nosotros optamos por el viaje lineal. No por el circulo del eterno retorno, sino por el viaje a la aventura, a lo desconocido, a lo por venir. Coincidimos con el uso de la voz en off, pero intencionalmente desigual. Pretendimos que la maduración ideológica de la muchacha del viaje sea propia y no recibida por las amonestaciones del anciano que hace por momentos la voz de un ente paternal. Respecto de la enunciación fílmica, optamos por tomas secuenciales muy sencillas, muy ingenuas y concordantes además a nuestra poca pericia en el manejo de cámaras. Combinamos también el registro con tomas fotográficas para crear un efecto de descontextualización. El montaje conclusivo tiene la marca de la hechura de los estudiantes que yo quiero respetar hasta el final[2].

Este tipo de orientaciones y el proceso de dilucidación de nuestras intuiciones se lograron únicamente en el desarrollo de la experiencia. En un trabajo pausado, conversado y acompañado de diferentes lecturas de iniciación que nos incitaron al visionado de más y más películas en el futuro. Demás está decir que es un trabajo que escapa por mucho a las cuatro paredes del aula. Y que este fue el acicate para otros proyectos en años posteriores.  Sea justificación indulgente a nuestro dominio técnico, pero para nosotros existe gran riqueza de reflexión a la hora de concebir una historia e iniciarnos en el hecho educativo del cine.

Datos rápidos

Unidad Educativa: Illimani 26 de abril “A”.

Lugar: Zona de Ventilla en El Alto (frontera entre los municipios de El Alto, Achocalla, Viacha y a pocos kilómetros de la frontera con el departamento de Oruro).

Población: 529 estudiantes.

Ascendencia: en su mayoría migrantes del altiplano paceño, orureño y de Potosí. Además en menor cantidad migrantes de valles y los Yungas.

Actividad económica: se han detectado algunos servicios, pero destacan especialmente el comercio informal y contrabando.

Acceso a tecnologías: por curso, 7 ó 10 de cada 30 estudiantes tiene una computadora en casa. Y entre 3 y 5, por curso, no tienen un teléfono celular inteligente. 


[1] Al culminar la gestión escolar suele realizarse grandes ferias expositivas a campo abierto, como forma de extensión académica a la comunidad. Una de las temáticas recurrentes es el cuidado del medio ambiente. Paradójicamente, al finalizar estas ferias se deja el espacio público con gran cantidad de basura y desechos, para no contar con la cantidad de recursos invertidos por la misma comunidad en la preparación de dicha feria. Cabalmente, la feria educativa para la que se presentó este corto fue una con temática del cuidado del medio ambiente

[2] Esta actitud de honestidad para con los estudiantes se mantiene en la realización de los diferentes trabajos producido a lo largo de los años, con características y reflexión distintas. Nunca con fines comerciales, ni de difusión masiva.

Texto publicado en «Jornadas de Cine boliviano. La mirada cuestionada» (2018). ISBN: 978-99974-0-190-8

Rafael Velasquez Valeriano

Rafael Velasquez Valeriano

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