Texto publicado en el blog del programa radial Cine con Cristal de Radio Cristal, el 10 de diciembre de 2008.
La publicación de este texto en Imagen Docs acompaña a la proyección de Desde el fondo en la sesión de cortometrajes en homenaje al crítico Claudio Sánchez Castro (1986-2023), del jueves 1 de febrero de 2024 en la Cinemateca Boliviana. Más información aquí.
El cortometraje Desde el fondo (Bolivia, 2008), de Adriana Montenegro, es hoy por hoy la bandera de un cine nacional que había dejado de ser nombrado en el exterior. Luego de haber ganado el Premio a Mejor Cortometraje Latinoamericano otorgado por la Asociación de Directores de Estados Unidos, el corto estuvo en la XXIII versión del Festival Latinoamericano de Trieste (Italia) y más recientemente en la 34 edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva (España). Desde el fondo fue parte de la IV Muestra de Cine Latinoamericano en La Paz, pero esta obra mimada no ha tenido la suficiente difusión en Bolivia.
De un rigor técnico que en el último tiempo se ha perdido en la mayor parte de las obras que vienen con el sello de hecho en Bolivia, Desde el fondo cuenta con la participación de actrices como Moraima Ibáñez y Agar Deloz, reconocidas sobre todo por su trabajo en teatro, además de contar con la participación especial de Amanda García y Cristian Mercado, éste último, experimentado actor que ha trabajado en la más reciente película de Steven Soderbergh, Guerrilla, en el papel de uno de los guerrilleros que acompañó al Che Guevara en su campaña en Bolivia.
Este cortometraje es la historia del retorno. En primer lugar la vuelta al hogar, a la familia y, en segundo lugar, a habitar la memoria, al recuerdo mismo de aquello que nos hace. En el caso de Desde el fondo, aquello que nos hace es la referencia a la idea de nación que naciera a raíz de aquella triste historia bélica que enfrentó a los dos países más pobres de América del Sur, la Guerra del Chaco (1932-1935), la que libraron Bolivia y Paraguay. Pero el corto no busca mostrarnos la guerra, sino lo absurdo de ella, la desesperanza y la angustia. La adversidad misma de las circunstancias en una historia que Alicia (Amanda García) sueña, en el atravesar el tiempo para encontrar a su abuelo (Cristian Mercado) hecho un soldado en el fondo de un pozo buscando agua, en ese enfrentar a la familia convencional y sus secretos representados por la madre (Moraima Ibáñez) cuando se vuelve de algún lugar, en la relación íntima con la infancia que aún guarda Alicia con su nana (Agar Deloz). Ahí está la esencia, en el homenaje a toda una generación de hombres y mujeres a quienes el Chaco cambió.
Adriana Montenegro nos sorprende con esta mirada, que más allá de ser femenina, es bellamente humana. Desde el fondo es la invitación a la fantasía de atravesar el tiempo, el artista Joaquín Sánchez es quien ocupa la Dirección de Arte y logra esa atmósfera fantástica de la que el corto está impregnado, aunque toda esta magia estaría incompleta sin la música que está compuesta por Oscar García y que logra involucrar al espectador en este ambiente sobrecogedor de la despedida.
Es Desde el fondo la trinchera que Adriana Montenegro abre para defender la producción boliviana de alta calidad y con ella a quienes aún creemos que en Bolivia el cine es posible.

Entrevista con Adriana Montenegro
En septiembre de 2008, Claudio Sánchez y Mary Carmen Molina entrevistaron a la directora de Desde el fondo, Adriana Montenegro, en el programa radial Cine con Cristal de Radio Cristal. La entrevista se transcribió y se publicó un año después en la revista on line Cinemas Cine. A continuación, el texto recuperado:
Cine con Cristal (CCC): ¿Cómo llegas al cine?
Adriana Montenegro (AM): Fue una búsqueda larga para mí, mi instinto siempre me decía que el cine era lo mío pero yo sentía que necesitaba ganármelo. Entonces hice muchas cosas antes de hacer cine, hice una licenciatura en Filosofía e Historia del Arte, hice grabado en metal durante tres años y una licenciatura en Ciencias Políticas y en cuanto me gradué de ésta me di cuenta que el cine era lo único que quería hacer. Durante esos siete años siempre estaba trabajando en cine y video con amigos, también trabajé en Copacabana (Brasil, 2001), una película brasileña muy grande de Carla Camurati. Parte de la película se filmó en Bolivia y trabajando con Carla me di cuenta que quería hacer cine y ella me dijo “tú nunca vas a dejar de hacer esto, lo veo en tus ojos”. Entonces me fui de Bolivia para estudiar cine.
CCC: Te fuiste de Bolivia…
AM: Había estudiado Filosofía e Historia del Arte en Estados Unidos. Siempre he viajado mucho, desde pequeña. Yo crecí en Tokio, toda mi adolescencia la pase ahí, entonces decidí hacer cine por razones personales, pero también porque sabía que tenía una conexión con los Estados Unidos. Allá tenía mucha gente conocida que hacían cine y fotografía de la Universidad en la que había estado ocho años atrás. Gente muy cercana a mí que estaba produciendo constantemente, entonces me fui a San Francisco sin estar segura de que esto iba a funcionar, fue un gran experimento.
CCC: En los Estados Unidos además de formarte como cineasta, recibes un premio por el cortometraje Desde el fondo (Bolivia, Estados Unidos, 2008), que es un impulso muy importante en tu carrera.
AM: Antes de eso tuve una reunión en San Francisco con un gran productor que me dijo: “quieres dinero para tu largo, de qué Universidad vienes o qué relación tienes con la industria cinematográfica, eso para un financiador como yo es gigante”. Ahí realmente dije: he hecho de todo un poco, soy boliviana en Estados Unidos, realmente estaba difícil la cosa. Entonces decidí hacer una maestría en cine, además para darme unos cuantos años para experimentar. Pero realmente es inaccesible, es muy caro en cualquier parte del mundo, entonces apliqué a una beca y gané la beca Fulbright. Cuando apliqué a las distintas universidades las mejores me aceptaron y decidí ir a Los Ángeles. Entre que me dieron la beca y me fui a la Universidad hubo como ocho meses en los que trabajé en American Visa (Bolivia, México, 2005) de Juan Carlos Valdivia.
CCC: American Visa te permite volver a trabajar en Bolivia, luego de la experiencia en Copacabana, la película brasileña.
AM: Cuando llegué de San Francisco a Bolivia, sabiendo que ya tenía la beca y que había sido aceptada en la universidad, traté de conocer a la mayor cantidad de gente posible que estaba haciendo cine en el país, entonces trabajé con Verónica Córdova en Di buen día a papá (Argentina, Bolivia, 2005) ayudando a hacer la pre-producción. Poco después conocí a Juan Carlos Valdivia, fue fantástico porque vi un poco el espectro de la producción nacional. Fue lindo conocer diferentes métodos de trabajo, además por ejemplo creo que Verónica y Juan Carlos son gente muy metódica, muy seria con su trabajo, entonces fue lindo conocerlos a ellos.
CCC: Tanto American Visa como Di buen día a papá son co-producciones internacionales. ¿Cuáles son las diferencias para ti de trabajar de esta manera o hacer una película de otras características, más independiente?
AM: Efectivamente fue una gran lección, porque vi las virtudes y los problemas de las co-producciones. Más en el caso de American Visa, he sufrido la co-producción de alguna manera y las dificultades que puede traer eso. Como que ahora no es la opción más clara, más obvia para mi largometraje. Creo que han sido experiencias únicas donde el hecho de ser co-producidas les han dado cierto rigor por razones presupuestarias y por exigencias del co-productor uno tiene que tener una cierta disciplina y tiene que cumplir con ciertas condiciones, además las dos estaban hechas en cine, lo que les da otro cierto rigor, es muy lindo estar en un set donde se usa material fílmico porque realmente ahí no hay margen de error.
CCC: Volvamos a Desde el fondo y el premio que logra en los Estados Unidos.
AM: Desde el fondo es la tesis de la maestría, un trabajo con muchísima presión en la universidad. A UCLA aplican más o menos dos mil personas cada año y entran veinte al Programa de Dirección de Cine. Estás en el centro de la industria y esperan mucho de ti, cuando presentas el proyecto de tesis compites por fondos, es una competencia llena de estrés, es de alguna manera como hacer una película. Entonces el guion del corto gana el premio que me permite venir a Bolivia para hacer la película. Ahí es cuando algunas personas de la facultad, la gente que está más metida en la industria, intenta convencerme de quedarme a filmarlo en Estados Unidos y me dicen que allí iba a poder filmar en 35 milímetros, que tengo los Estudios y un equipo muy profesional. Para ellos era mejor que me quede allá, quién sabe que vayas a hacer en Bolivia era un poco la idea que tenían. Un año antes se habían filmado en Ghana, Kenia y en Sud África tres cortos, dos de esas experiencias fueron fatales. Entonces mucha gente me decía es mejor que te quedes, yo respondía que no, que no era una gringa yendo a filmar a Bolivia, el corto es boliviano y yo soy boliviana. Entonces me subí a un avión para venir a La Paz con un susto terrible. Sabía las dificultades que podía haber aquí y sabía que allá me estaban esperando muchísimo.
CCC: ¿Cómo fue el trabajo en Bolivia?
AM: Fueron tres meses de pre-producción y luego el rodaje. Fue fantástico, participó gente con mucha experiencia y gente que quería aprender, había una energía muy linda. Básicamente teníamos a todos los veteranos en la parte técnica como cabezas de departamento y teníamos a los alumnos de la Universidad Católica como asistentes de todos los departamentos. Unos eran el cuerpo del rodaje y otros el espíritu, una combinación muy linda. Además vinieron un par de técnicos de Estados Unidos que eran compañeros míos, visualmente ellos entendieron muy bien mi trabajo y conceptualmente también. Editamos e hicimos la música acá, armamos la banda de sonido y me fui a Los Ángeles para hacer la post-producción. Entonces comenzó la presión de la universidad para que presente una tesis muy buena y gane premios, se juega el prestigio de la universidad también. Ahí viene este premio que le otorga el Sindicato de Directores de Estados Unidos a Desde el fondo.
CCC: Desde el fondo está dedicado a tu abuelo ¿Por qué?
El corto se maneja en diferentes niveles, uno es un nivel muy metafórico que tiene que ver con la muerte y mi relación personal con ella. Por otra parte siento que la Guerra del Chaco es un tema muy olvidado y que es algo que tenemos en común todos los bolivianos. Muchos tenemos padres o abuelos que pelearon en el Chaco. Es como una cosa colectiva que sí nos une, sí nos hace país. Entonces para mí, poder hablar de eso era muy importante y más allá de eso el espíritu de mi abuelo es algo fantástico.
CCC: ¿Alguna vez pensaste que podrías formar un grupo con tus compañeros de la universidad para trabajar algo en equipo en lo posterior?
AM: Sí, totalmente. La gente con la que he trabajado en Estados Unidos y ahora en Holanda, es con la que yo voy a trabajar siempre. Quien es clave para mí es Paul de Lumen, quien es el fotógrafo que vino a hacer iluminación en Desde el fondo. Él es un amigo muy cercano a mí desde San Francisco. Para mí fue muy lindo que venga a Bolivia por el corto y que después pueda regresar a trabajar con Cine nómada para luego hacer fotografía en Zona Sur (Bolivia, 2009) de Juan Carlos Valdivia y ahora que ha ganado el Colón de Plata a la mejor Fotografía en el Festival de Huelva es increíble. También hay gente en Bolivia que yo consideró mi equipo, y sé que puedo confiar plenamente.
CCC: El corto tiene una particularidad que aporta a la estética y es la banda sonora compuesta por Óscar García. ¿Cuál es tu relación con la música en Desde el fondo?
AM: Tengo una relación muy cercana con la música cuando estoy escribiendo y cuando estoy filmando. Cuando escribo un guión, qué estoy escuchando es el tono para mí de lo que estoy haciendo, de lo que estoy viviendo en ese momento, hago mi banda sonora que me da el ritmo de todo, que también utilizó en la etapa de edición. Es un poco lo que pasó con el corto, tenía el tono del corto, escuchaba la música antes de ir al rodaje, a veces durante el rodaje para recordar los tiempos. Entonces cuando me propuse hacer la música quería trabajar con alguien de acá, yo tenía la sensación de que éste era un corto de alguien que entienda la Guerra del Chaco, que entienda esa estética. También quería que sea una música más clásica, entonces me entrevisté con tres o cuatro compositores jóvenes pero sentía que esta película necesitaba un poco más de experiencia. Fue entonces que nos reunimos con Óscar y hubo una química inmediata. Fue una colaboración impresionante. Él diagramó el corto entero cuadro por cuadro con dibujos suyos, con los tiempos, ahí discutimos emocionalmente dónde entraba la música y dónde salía. Había trabajado mucho el armado de una banda sonora, no solamente de la música sino del sonido en general. Muchos de los sonidos ya estaban en el guion, muchas de las transiciones entre el pasado y el presente son de sonido, entonces cuando leyó un guion que tenía referencias específicas a sonidos, Óscar se emocionó muchísimo e hizo una chalina. Ahora hicimos en Santa Cruz en el FENAVID una exposición sobre la relación director-compositor donde mostramos la chalina que nadie la había visto, es una cosa de quince metros donde en diferentes capas están los sonidos directos, los efectos de sonido, la música dónde entraba coda cosa y cómo entraba. Óscar me explicaba cuál era el concepto que tenía, entonces me decía el chelo es él y la voz es ella, entonces aquí entra él porque ella está sola. Es una experiencia muy linda, muy conceptual, muy intensa.
CCC: Lucrecia Martel trabaja mucho el tema del agua en sus películas, el llamado a la conservación del agua en tu corto es un tema central. ¿Cómo planteas esto en tu obra?
AM: Para mí el agua en el corto es la vida, de alguna manera para mí es equivalente como corre el agua al como fluye la vida y como fluye ella hacía él. Ella es como una gota de agua para él, es una metáfora constante para mí. La película se escribió sola, no sé de dónde salió. El agua se metió en cada lugar, la sed, la relación entre las dos cosas, él y el agua que ella tiene y trae. Una vez que nos dimos cuenta de eso con el primer borrador del guion se hizo muy fácil aumentarle. El agua es también una respuesta al cuento de Augusto Céspedes «El Pozo», que de alguna manera es una semilla del corto, pero yo no creo que el pozo sea tumba, sea seco, sino que es nuestro deber literalmente, hacer que ese pozo tenga agua y eso quiere decir hacer cosas, crear.
CCC: ¿Cómo encaras la relación literatura-cine?
AM: Creo que la literatura, que la música, que todo es como regar una planta. Tú, como director, tienes que nutrirte de todo. Los directores que conocí en Los Ángeles están constantemente leyendo, en la universidad por ejemplo te decían: si no has leído tres periódicos cuando te despiertas, como director no existes. Para saber qué ha pasado con la industria, para tener historias que contar, para tener ideas, para tener de qué hablar cuando vas a una reunión o cuando vas a un almuerzo. No lo pienso como una forma de venderse, sino como nutrirse, es un rigor que uno debe tener. Con la literatura más que nada. Creo que la literatura te da la capacidad de imaginarte, la literatura exige mucho más de un lector que el cine de un espectador. La literatura es mucho más abierta, te guía más, te muestra más. El corto también está basado en una novela japonesa que trata la historia de un hombre en la Segunda Guerra Mundial, una novela surrealista de Haruki Murakami, un gran escritor japonés contemporáneo. El personaje de la novela baja a un pozo y se queda ahí para pensarse y repensarse durante tres días, entonces de ahí nace la idea de viajar al pasado en el corto. Mis referencias literarias son muy fuertes y muy variadas.
CCC: ¿Cuál es la relación que tiene un director con el actor?
AM: En este caso es muy dura porque fue muy mágica y después muy triste, ya que Amanda García, la protagonista, murió y ella era Alicia, de alguna manera hicimos un triángulo muy lindo las tres. Creo que la relación director-actor es una relación mágica cuando un director entiende lo que es entablar una relación de alma a alma, cuando uno le exige a otro ser humano cosas que no se le exigen a nadie, no expresamente. No hay cosa más linda que mirarte a los ojos con un actor y saber que lo tiene, es una relación de confianza, de respeto. Admiro y respeto a los actores porque creo que es un trabajo durísimo.
CCC: La película gira alrededor de tres mujeres que están interpretadas por reconocidas actrices, ya lo decías tú: Amanda García es Alicia y Morayma Ibáñez junto a Agár Delóz completan el triángulo. ¿Por qué escoger estos personajes femeninos?
AM: Creo que faltan personajes femeninos en el cine boliviano, personajes que tengan motivaciones e incentivos propios, más allá de depender de otros, por un lado. Además es mi visión del mundo, esos tres personajes y su relación son muy familiares para mí. Fuera de broma, tener un hombre lejos pero muy presente, a mí me parece muy lindo que tres mujeres reaccionen y tengan una relación a través de este hombre, que traten de salvarlo de su propia manera.
CCC: La familia y la casa también juegan roles fundamentales en el corto.
AM: La casa era fundamental para mí y utilizamos tres diferentes, fue una complicada búsqueda de locaciones. Para mí las locaciones son muy importantes, una vez que encuentro una casi que me traslado o paso mucho tiempo ahí. Entonces, por ejemplo, en la casa de la piscina pasé mucho tiempo, en cuanto la encontré sabía que esa era la casa, la reconocí. Para los interiores sabía que requería una cierta textura, que no podía ser cualquier casa. Buscaba una cierta textura de una La Paz de mis abuelos y una ciudad de un sótano de mi pasado que ni siquiera sé dónde está, pero quería encontrar ese sótano o crearlo por lo menos, entonces tenemos una búsqueda muy grande con un gran equipo de arte en el corto. Recreamos los espacios que yo me había imaginado en tres casas diferentes, hay un exterior que al final no se lo muestra en el corto que es una casa en la calle Indaburo y Pichincha que además ya no existe y la otra casa es en Sopocachi. Esa es un poco la idea del corto también, esta familia venida a menos. Quería rescatar eso, ese atardecer de Sopocachi medio nostálgico, eso es lo que quería mostrar, tenía que ser un homenaje a mi abuelo.
CCC: En un análisis final de la vida de Desde el fondo encontramos que el corto no ha sido muy visto en Bolivia. ¿Cómo enfrentas el hecho de la exhibición del cortometraje?
AM: Realmente quiero que sea visto por el mayor número de gente, me encanta que siempre que se ha exhibido en Bolivia se abrieron debates muy interesantes y muy saludables ya que no todo está dicho ni todo está tan claro. Me gusta que la gente vea la Guerra del Chaco aunque sea una visión limitada y metafórica. Hace muy poco se la ha mostrado en Washington en el American Film Institute y recién ahora me planteo como lo mostramos más acá en el país, es una gran pregunta. Por mi parte lo estoy haciendo llegar a la gente que me interesa que lo tenga como referencia, estoy hablando de historiadores y gente especializada. Por ejemplo, me lo han pedido en Argentina un par de universidades y en Chile también. El mundo académico me interesa mucho.

Añadir comentario