Hay muchas etiquetas que se pueden colocar sobre el cine del sueco Jan Lindquist: cine clandestino, cine revolucionario, cine de protesta o hasta de izquierda. Lindquist apuesta por un cine documental con un ideario político claro, ha marcado determinantemente para sí mismo quiénes juegan los roles de víctimas y responsables en las historias que cuenta. Además, no se estanca en las correcciones políticas que se manejan en el género del documental sobre minorías y grupos vulnerables. Lindquist no tiene miedo de mostrar a su protagonista, a su héroe, en la debilidad de la embriaguez.
Con lo anterior me refiero a Agripino (1971), la historia de un comunario peruano que viaja hasta Lima para encontrarse con el presidente de su país. Lo más fuerte de esta cinta es el montaje, que hila con maestría la vida de Agripino y su rol en la comunidad de Churo. Nos olvidamos de la relación causa y efecto, al comienzo no sabemos qué tan urgente es el viaje de Agripino a Lima. Lindquist escoge mostrarnos a Agripino desde la soledad de su sacrificado liderazgo hasta la solida unión comunitaria que lo sostiene y alimenta para continuar en busca de justicia para los suyos.
Otro mediometraje del realizador sueco es sobre los Tupamaros en Uruguay. En la pieza, Lindquist entrevista en la clandestinidad a los miembros de este grupo guerrillero, pero también alcanza a personas que fueron objeto o víctima de sus acciones contra el gobierno oligárquico. Quizá aquí Lindquist comienza a romantizar al grupo y la escena del ex prisionero es algo que causa ruido porque termina siendo muy acorde al discurso de los Tupamaros. Ese ánimo discursivo es probablemente lo único que resta a la película.
De todos modos, creo que lo más impresionante en Tupamaros (1972) es tomar conciencia de que la película fue hecha en condiciones muy complicadas y, sin embargo, es un relato sin vacíos y tiene una calidad destacable en lo técnico.
Estas películas de Lindquist fueron parte del foco Latinoamérica después del Che del Festival de Cine Radical 2019, que es un espacio oportuno para hacer una retrospectiva de los movimientos revolucionarios de la época. Un foco especialmente útil en este momento de nuestras sociedades, en el que las izquierdas y derechas han perdido el sentido de orientación.
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