Continuamos hablando sobre el subgénero cinematográfico crisis Brasil. Este parece explicar el deseo de Bolsonaro de no financiar filmes desde el instituto de cine (Ancine); sin embargo, esta sola advertencia probablemente estimule a realizadores a seguir pensando sobre la democracia, el país, el derecho a la diferencia y la disidencia. Pero también se presta atención a los momentos, a las acciones del pasado reciente, y a cómo confeccionaron el presente que nos toca.
El proceso (María Augusta Ramos, 2018) introduce a la sensibilidad social y cinematográfica una nueva mirada sobre el impeachment de la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pues sitúa su mirada sobre el equipo jurídico de defensa. Combinando lo político judicial o judicialización de la política con la historia personal de Rousseff, El proceso es un objeto cinematográfico estimulante, en tanto atiende los vericuetos de la política conjuntamente la personalidad de Dilma.
La directora María Augusta Ramos opta por el registro observacional, pasivo, sin intervenciones como entrevistas, narraciones y/o testimonios. La cámara atiende a las interacciones de las personas y de los espacios, lo público con lo privado, la política con lo íntimo. Las multitudes tomando el cuadro, el espacio y los planos, y cómo la democracia se ve reducida a espacios estrechos de decisión.
Esta puesta en imágenes de Ramos permite asistir a las interrogantes sobre el presente, sobre las maneras de documentar el presente y a su vez sobre cómo plantear un relato disidente a las formas convencionales del genero de lo real. En este sentido, El proceso es una declaración de principios cinematográfica, pues si la realidad es el espectáculo antidemocrático proto fascista montado en Brasilia y a través de los medios, la actualidad obliga a tomar posición desde la contemplación y la parsimonia de la mirada, tan escéptica como perpleja ante el tiempo histórico que nos empuja. Los relatos de denuncia optaron por la estridencia y la acusación, mientras que la crítica más sofisticada se ve obligada a pensar desde la espectacularización de la sociedad y la justicia, formas alternativas de representación, siendo esto el centro de la disputa en el país más poderoso de la región.
El proceso es una invitación a pensar los regímenes de representación y narración de lo real, con el agravante de ser una realidad que se desmoronaba y que en la actualidad dio paso al encumbramiento de Bolsonaro. El film de Ramos es una pieza fundamental e ineludible en este tiempo de pensar el Brasil que está naciendo.
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