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¿Animaciones para entender nuestra sexualidad y sororidad?

Aunque la descripción es para “diversión adulta”, la serie Big Mouth nos muestra el inicio mismo de la inhibición sexual: la vergüenza adolescente de la exploración corporal, los cambios hormonales, el comenzar a ver a nuestros padres como personas, más allá de su rol, saber que ellxs, nosotrxs y lxs que vienen tienen sexo, etc.

Ya sea por la nostalgia, el miedo,  la sensación de ocio inmediata o lo atemporal de los dibujos animados, entendemos que como principio básico para esta lectura, están y estarán siempre en nuestro imaginario. Con el avance de la tecnología y la aceptación de nuevas maneras (aunque capitalizadas) de difusión el campo de la animación va ganando más audiencia adulta y plataformas como Netflix han sabido sacarle provecho. Admito que como consumidora asidua de dicha plataforma me sorprendió de manera muy positiva cómo la temática en torno a nuestra sexualidad y feminismos han ido de la mano con dos series bastante interesantes: Big Mouth y Tuca & Bertie.

Big Mouth (Boca Grande) fue estrenada el año 2017, cuenta con tres temporadas y una sección de especial, clásicas de Netflix cuando sabes que una serie ha alcanzado, por así decirlo, “un éxito respetable de audiencia”. Aunque la descripción es para “diversión adulta”, la serie nos muestra el inicio mismo de la inhibición sexual: la vergüenza adolescente de la exploración corporal, los cambios hormonales, el comenzar a ver a nuestros padres como personas, más allá de su rol, saber que ellxs, nosotrxs y lxs que vienen tienen sexo, etc. Su uso, hasta a veces excesivo, de la escatología para reírse de “los traumas” con relación al descubrimiento de nuestra sexualidad, lleva a esta serie a un público adulto que tal vez aún lleva la adolescencia en esos aspectos. Es desde ese vehículo humorístico que la serie nos invita a aceptar las diversidades sexuales y los tiempos de nuestra exploración con el cuerpo y los demás alrededor nuestro.

Ya con un carácter más adulto, Tuca & Bertie  es una serie animada dirigida por nada más y nada menos que la dibujante de Bojack Horsman, Lisa Hanawalt. Desde su colorida ilustración, la amistad entre dos aves treintañeras que viven en el mismo edificio es relatada con un claro protagonismo femenino a lo largo del desenvolvimiento de la serie que tiene hasta ahora sólo una temporada. Si definiría a Tuca, en palabras de Virginie Despentes en Teoría King Kong, es la que no pide perdón, “la siempre excesiva, demasiado agresiva, demasiado ruidosa, demasiado gorda, demasiado brutal, demasiado hirsuta, demasiado viril”, sí, viril y cínica. Ella no podría ser quien es sin su antagónica amiga Bertie, aquella necesitada de constante aprobación externa llena de dudas, en trabajo y pareja estable pero siempre al punto del colapso. ¿Cómo es que llegan a llevarse tan bien? Pues su convivencia de casi 24 horas juntas nos sumerge a la guía narrativa, lo cotidiano, las cosas pequeñas, mundanas en una ciudad con miras progresistas que no siempre nos lleva a pensar que lo que tenemos, pensamos y hacemos es suficiente. La rutina de lo pequeño, capítulos auto conclusivos, ironía y cuestionamientos a las libertades dadas a las mujeres lleva a esta serie a vernos de manera introspectiva, a concatenar las normalizaciones de violencia, pero sobre todo a mirar la importancia de avanzar hacia lo que queremos y unidas de aliada, que no por compartir un género se automatizan en un comportamiento amigable.

Entonces ¿qué hay de malo en estas series?

Pues a simple vista, nada. Se sabe que los dibujos animados para adultos están para ayudarnos a comprender una situación en la realidad, sin que ésta se separe del entretenimiento.

Sin embargo, se ha ido viendo que los personajes principales, son una especie de personas con problemas depresivos y/o con enfermedades mentales que adoptan comportamientos perjudiciales para ellos mismos. Estas series nos ponen los antivalores como algo novedoso y atractivo. Si avanzamos e indagamos un poco más, podemos ver cómo la moda de “el personaje que está mal es ahora el popular” resuena  con más fuerza: Big Mouth te dice que “es normal que te sientas mal, es normal que tengas vergüenza, es normal que estés todo el día sin saber qué pasa en tu cuerpo. Intenta relajarte, porque todo el mundo a tu alrededor está igual que tú”. Que ser el perdedor, actuar evadiendo la responsabilidad afectiva o dejar de compartir los pensamientos para sólo generar conflicto con adultos es lo que nos toca vivir.No nos genera un aporte de deconstrucción hacia el placer de descubrir la sexualidad, a normalizar los procesos de aceptación del cuerpo, y en muchas oportunidades repite ciclos de culpabilidad y actitudes por roles y asunciones de género (masculinidades frágiles, conflictos entre mujeres sólo por ser mujeres, inhibiciones del placer sexual en mujeres adultas, etc.).

Tuca & Bertie, siguiendo la ironía y cinismo de Bojack Horseman, nos muestra a una tucán que si bien es empoderada, sarcástica y bastante carismática, es por otro lado ajena a responsabilizarse de su entorno, escapa de sus sentimientos y problemas para proyectarlos y refugiarse en otras acciones o personas. ¿Eso está mal? Por supuesto que mostrar esa realidad no, sin embargo la evolución de sus problemas centrales y la superficialidad con la que lleva sus problemas no convencen a nadie, pasan ligeramente a un estado mejor y un poco más alocado. Tuca & Bertie nos muestra como ninguna otra serie la importancia de hablar de mujeres, desde la sororidad y apoyo a temas serios como violencia sexual o identidad y valor social. Sin embargo nos deja un vacío en el autocuidado como primera herramienta de superación. Nos da un modelo femenino, histérico y descuidado. Que no abarca un mundo más allá de la clase media.

Entonces, ¿vemos los dibujitos o no?

Como toda crítica, decir que hacer o dejar de hacer excede la intención del texto. Si algo podría sugerir es lograr ver el potencial de estas series, que en lo que creo la mejor de sus intenciones, nos quieren mostrar realidades “adultas” e invitarnos a discutir las nuestras.

Lo importante es saber que al momento de idealizar una serie animada, alguna o alguno de sus personajes, como cualquier situación o personas en “la vida real”; nos da una visión limitada de un análisis y contexto. Idealizar la sexualidad es también tenerla en el mundo del tabú y sesgarnos a su comprensión más allá de lo coital. Idealizar estereotipos de cómo debe ser una mujer del siglo XXI es negarnos a nosotras mismas la posibilidad del error, de las formas de acompañarse entre mujeres (que no son uniones a priori solo por nacer con vaginas), de salir de la heteronormatividad y comprender nuestras historias, contextos y realidades diversas. Nuestra gran Beauvoir decía: «El autoconocimiento no es garantía de felicidad, pero es un lado de ella y puede darnos el coraje para luchar por ella».

Entonces seamos más valientes, atrevámonos a ver los dibujitos que nos molestan e incomodan con su carácter cínico, que nos llevan a autoanalizar nuestras verdades y sobre todo de dejar de vivir como si fuésemos ilustraciones.

Emma Rada Villarroel

Emma Rada Villarroel

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