“Él espera la felicidad, pero no hay esperanza. Apenas creemos en la felicidad. Igual que el socialismo, ya nadie habla del socialismo, ya nadie piensa el socialismo. Y de repente te ves preguntándote qué es el socialismo. ¿Qué esperamos? Ya no sabemos lo que esperamos. ¿Comprendes? Cuando yo estaba con mis padres, me decía ‘bueno, me voy, continuo otra cosa’. Tenía 15 años. A los 16 me largué y esperaba muchas cosas. Y acá estoy, con un tipo y un niño. No espero nada. Ya no veo mi futuro”. En la película Nuestras derrotas (Nos défaites, 2018) de Jean-Gabriel Périot, el personaje que dice esto es una muchacha de un liceo parisino en 2018. Como sus compañeros, se pregunta por el socialismo, la esperanza, la felicidad, el futuro, en un contexto diferente de aquel que acogieron los diálogos que reinterpretan, extraídos de algunos de los más emblemáticos filmes del Mayo del 68.
Escenas de La Salamandra (1970) de Alain Tanner; La Chinoise (1967) de Jean-Luc Godard; El retorno al trabajo en la fábrica Wonder (1968) de Pierre Bonneau, Liane Estiez-Willemont y Jacques Willemont; Be seeing you (1968) de Chris Marker y Mario Marret; y películas del Grupo Medvedkine y el colectivo Cinélutte, entre otras, son reinterpretadas por un grupo de diez alumnos de secundaria en un liceo en las afueras de París. El proyecto de Périot busca, a partir de la reinterpretación y reactivación de las formas de la política en estos filmes, discutir con este grupo de jóvenes acerca de los sentidos actuales de estas formas. Entre mayo y julio de 2018, los estudiantes conformaron el equipo de realización de la película: filmaron, actuaron, produjeron y colaboraron en la edición final, con la guía de Périot.
La reinterpretación de las escenas está intercalada con una serie de entrevistas que hace Périot a los diez jóvenes participantes. “¿Qué es el socialismo?”, “¿qué es un sindicato?”, “¿qué es la anarquía?”, “si fueras trabajador, ¿harías huelga?” “¿qué es la felicidad?”, “¿qué es la libertad?, “¿qué es la justicia?”, son algunas de las preguntas que surgen, directamente relacionadas con las palabras pronunciadas por los jóvenes frente a la cámara. Las respuestas exploran posibilidades desde la realidad de los actores y actrices en pleno siglo XXI, donde aquellas ideas y conceptos que vivieron en boca de los revolucionarios del mayo francés han encontrado un desfase, una especie de anacronismo que resulta fértil, a través del montaje, para el planteamiento de otras preguntas en el espectador. Qué es la política, cómo se hace política desde la sociedad, desde un aula, con 17 años y un gobierno de derecha empresarial cuyo objetivo de desestructurar la educación pública francesa va teniendo resultados hace al menos un año.
Con una pertinencia elocuente, Nuestras derrotas pone en discusión, desde sus preguntas y la urgencia de renovar el debate político en la juventud francesa, la vivencia de la sublevación, a través de aquellas imágenes que la representaron. En la representación de la representación, la sublevación, como el gesto de deseo y de desobediencia en el origen de una revolución, adquiere un matiz ligado a la reencarnación, pero sobre todo, al desmontaje, a la desencarnación de los procesos. Des-organizando la materialidad de los planos, en reinterpretaciones cuyo único afán de verosimilitud se aloja en las voces y las interpretaciones actorales (no hay “tematización” de época en los escenarios ni en los vestuarios), el blanco y negro de las secuencias ficcionadas encuentra un sentido más allá de la nostalgia. El pasado que convoca y apela, a través de sus imágenes, es una superficie de luces y sombras. De una manera arriesgada a través del sorprendente y sublevante epílogo del film, Périot parece decirnos que en medio de la tiniebla contemporánea urge encontrar respuestas. El aula, lo ha comprobado, es el escenario de otro tipo de sublevaciones a la espera. Es el futuro.
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