Mujer negra en una favela: Baronesa

En Baronesa, la película de Juliana Antunes que se estrena el 30 de mayo de 2019 en La Paz, acompañamos el día a día de Andreia, una mujer joven en la favela Vila Mariquina, en la zona norte de Belo Horizonte. Negra, madre de tres niños con el padre en la cárcel, de oficio manicurista, con un cigarrillo y una cerveza por la tardes, tejiendo camino y vida en la violencia naturalizada de su espacio más propio, ella habla, canta, baila, seduce, educa y aconseja. Vive y vive sola. Con el cuerpo y con el mundo. “—Las mujeres podemos cuidarnos solas, ¿de acuerdo? Puedes acabar lo que quieras tú sola. —Sin riesgo de traer al mundo un bebé. —Eso es cierto. —Tienes que hacerlo. —Te estás censurando. —No te censures, niña, deja que suceda”.

Ganadora, entre otros reconocimientos, del Premio a Mejor Largometraje Internacional en el Festival de Cine de Valdivia, hoy por hoy la plataforma de cine independiente más inquieta de Latinoamérica, la primera película de Antunes arriesga en las formas de registro. La producción envolvió una investigación de seis años y la directora acordó con las protagonistas vivir en la favela. El resultado es, sobre todo, el proceso de esta experiencia, que ancla en una original manera de plantear el testimonio como clave documental más allá de la constancia y la exigencia de veracidad. El fuera de campo y la percepción de algunas secuencias que parecen haber sido conducidas a través de la puesta en escena se convierten, en la experiencia de visionado de la película, en herramientas para construir la identidad del personaje, alejada de las culpabilidades de la pornomiseria, en una dignidad que no le debe nada a la sobrevivencia.

La película, programada en el Festival de Cine Radical 2018, trabaja una narrativa del despojo que cruza transversalmente varios campos. Por ejemplo, la construcción del registro a partir de las herramientas citadas es una elección de forma y fondo, al viabilizar otra manera de pensar el documental y la idea misma, en esta película desatada de sus tradicionales limitaciones, de “trabajo de campo”. Desde este eje, las conversaciones y acciones cotidianas de los personajes no movilizan “temas”, sino figuraciones, gestos tan aleatorios como laterales, de la ocupación humana del vivir, como se puede y como se quiere, todo lo que venga, con cuidado pero sin freno.

Pistas

Ciudad de Dios

Imposible no pensar, al ver Baronesa, en el sólido y, a la vez, peligrosamente unívoco imaginario construido por películas como Ciudad de Dios (Meirelles, 2002). De maneras diametralmente diferentes, en ambos films la favela no es solo el escenario, sino un eje de la violencia. En la película de 2002, esta sofoca a los personajes. En Baronesa, la cotidianeidad consiste en convivir con la violencia para, con la vida, atravesarla.

Mirada femenina

Una vía para analizar la mirada de la directora hacia sus protagonistas es cambiar el foco de la pregunta por la representación de las mujeres. La forma en la que la protagonista principal se relaciona con los hombres resulta clave para entender lo que vendríamos a llamar una perspectiva femenina. Ellos se figuran vulnerables, educados (hijos) y deseados (amante) en su vulnerabilidad, construidos desde una mirada autoral que arriesga en esbozar para ellos otra estructura.