Netflix acaba de estrenar Knock Down The House (Rachel Lears, 2019), documental en el que vemos a Alexandria Ocasio-Cortez iniciando su carrera hacia la Casa Blanca. Este documento cinematográfico fue adquirido por la gigante del streaming por 10 millones de dólares, comprendiendo que el fenómeno AOC recién empieza.
La directora Rachel Lears establece el inicio del filme en la cotidianidad de cuatro mujeres, AOC, Amy Vilela, Cori Bush y Paula Jane Swearengin, dispuestas a renovar las bases de un acartonado Partido Demócrata. Tras el triunfo de Trump, Gabriel Ocasio-Cortez, hermano menor de Alexandria, inscribe a su hermana en la plataforma Brand New Congress, espacio dedicado a buscar trabajadores que deseen cambiar la política sin haber sido parte de ella. Las características de este laboratorio de candidatos provenientes de la clase trabajadora, en su mayoría, es el rechazo del financiamiento o donaciones de las corporaciones y una agenda más amplia que la resistencia y oposición a Trump.
Camarera en Manhattan, simpatizante de Bernie Sanders, oriunda del Bronx, socialista demócrata y latina, es retratada por Lears desde el primer día, antes de ser AOC, la congresista más joven en ser electa en Estados Unidos. Lears opta retratarla desde la vida doméstica hasta la fragilidad ante la victoria, siempre acompasando este relato del triunfo en las primarias con la campaña de las otras tres candidatas.
Tras su estreno en el Festival de Sundance, este relato transita de la desazón a la esperanza en la política, no solo local, sino global. Knock Down The House no solo opera como un documento de una campaña política de la congresista mas influyente y mediática de la actualidad, sino que refresca al subgénero de las películas sobre campañas políticas. Si bien los artefactos y mecanismos narrativos ofrecen la imagen de mujeres empoderadas y con objetivos concretos, habitantes de la periferia del establishment liberal de Estados Unidos, construidas mediante la sucesión de imágenes activas, evadiendo todo escollo o tensión programática política, el relato desde la sensibilidad del espectador se sostiene por la fama actual de AOC y el voyerismo de saber y ver sus orígenes. Sin embargo, las decisiones de la directora de la película no van en consonancia con el riesgo e incluso osadía de la protagonista, clausurando la cinta como un producto televisivo más acorde con Netflix que con la mujer que representa la renovación y la esperanza de un sistema político.
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