El director mexicano Carlos Reygadas volvió con Nuestro tiempo (2018), atendiendo a la incomunicación, la desconexión, la familia y la masculinidad. Estas son constantes habituales en su filmografía (Japón, 2002; Batalla en el cielo, 2005; Luz silenciosa, 2007; Post tenebrax lux, 2014), pero la diferencia con esta última pieza es que en ella actúa el director con toda su familia.
Un paisaje ya conocido por Reygadas, lo rural, se edifica como el escenario para una trama que pensará la familia y la crisis del matrimonio y con esto la impronta del amor libre. El despliegue de estas operaciones es posible por el contrapunto de imágenes familiares, íntimas, infantiles, juguetonas, imágenes de cuerpos riendo y disfrutando en el paisaje bucólico, casi atemporal. Asimismo, esta familia, que habita un rancho y se dedica a la cría de toros, encuentra al patriarca, en este caso Juan (Carlos Reygadas), reflejado en los toros: el macho alfa que desbarata objetos y destroza a una mula y a otro macho taurino.
Es nuestro tiempo caracterizado por la tensión del amor como reflejo de la propiedad, la creatividad como espacio limitado, la soledad y el temor a la muerte como la única pulsión existencial que posibilita la construcción de vínculos familiares. Nuestro tiempo no huye de esta condición ciertamente epocal para Reygadas a lo largo de su rica obra. En esta última entrega encarna el papel de Juan como protagonista, junto a su esposa Ester (Natalia López, boliviana), que será presa del deseo. Desde este lugar, Reygadas desplegará cuanto artilugio visual y narrativo le conocemos para asistir a las trampas del deseo y como este socaba una relación.
Breves videoclips, paisajes hipnóticos, silencios arrolladores atrapando imágenes manipuladas, monólogos subyugantes y guiños melodramáticos componen Nuestro tiempo. Reygadas no logra redimirse por su presencia y la intuida composición de elementos autobiográficos condiciona el visionado de la cinta, deslizando la sensibilidad hacia el cine terapia autoral, donde los realizadores devenidos actores enfrentan sus vicisitudes, cosa que no hace más que solicitar la indulgencia del espectador.
El cine terapia o porno sentimental parece ocupar la atención de cineastas del presente. Sin embargo, Nuestro tiempo elude una lectura directa desde esta esquina, con la exposición del padre, manipulador y artífice de la crisis emocional y existencial de su esposa. Así, Reygadas deja entrever las operaciones de manipulación subsistentes bajo las promesas del amor libre.
Texto publicado en la página de Imagen Docs en el periódico La Razón, 11 de noviembre de 2018.
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