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A cada noche sigue un alba, de Cecilia Quiroga (1986, 49’). Un eslabón en la reconstrucción de la memoria y de la cultura política del movimiento anarquista de Bolivia

Texto publicado en los Cuadernos de investigación MUJERES/CINE: Bolivia 1960-2020, proyecto de Imagen Docs y el Festival de Cine Radical, con el apoyo del Centro Cultural de España en La Paz.

“A cada noche sigue un alba” es la frase final del texto “Mi último primero de mayo” de Bartolomé Vanzetti (1927) y el título del documental dirigido por Cecilia Quiroga (1986), cuyo guion fue realizado por Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui. Este documental fue creado en el marco de las investigaciones del Taller de Historia Oral Andina (carrera de Sociología) de la Universidad Mayor de San Andrés. Estos trabajos de investigación dieron lugar a varios libros: Los constructores de la ciudad. Tradiciones de lucha y de trabajo del Sindicato de Constructores y Albañiles (1986);[1] Los artesanos libertarios y la ética del trabajo (1988);[2] y posteriormente a trabajos focalizados en los sectores femeninos del movimiento anarquista en coordinación con el Taller de Historia y Participación de la Mujer: Agitadoras de buen gusto. Historia del Sindicato de Culinarias (1935-1958) (1989);[3] Polleras Libertarias. Federación Obrera Femenina, 1927-1965 (1989).[4] De la misma manera, las investigaciones dieron lugar a tres videos: A cada noche sigue un alba (1986), Siempreviva (1988) de Liliana Quintana y Voces de Libertad (1989) de Raquel Romero, realizado con la coordinación del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM) (Aimaretti, 2019a; 2019b). A cada noche sigue un alba fue difundido por la televisión a través del Canal Universitario (Canal 13) y Voces de Libertad fue presentado en la Casa de la Cultura con mucho éxito, siendo difundido después en circuitos independientes (Aimaretti, 2019a), aunque con el paso del tiempo haya sido cada vez más difícil tener acceso a estos trabajos audiovisuales.

Estos documentales fueron creados parcialmente en base a las entrevistas que se hicieron de manera grupal e individual entre el 4 de octubre de 1985 y el 25 de julio de 1987 a varios de los miembros, hombres y mujeres, de los sindicatos anarquistas de la primera mitad del siglo XX. Estas entrevistas son las que se analiza y contextualiza en los libros mencionados y que se oyen en parte en el documental A cada noche sigue un alba.[5]

La socióloga Cecilia Quiroga no solo dirigió el documental, sino que también participó en la adaptación del guion y prestó su voz para la locución (voz over). Miembro muy activa del Movimiento del Nuevo Cine y Video Boliviano, estuvo muy ligada al campo del cine documental y a la Televisión Universitaria en la UMSA (Ibid). Su documental y su trabajo se inscriben en un contexto de renovación del campo audiovisual en Bolivia en los años ochenta, pues como explica María Aimaretti, hay “un recambio generacional y de género”. En efecto, según la investigadora:

[…] la hasta allí hegemonía adulta y masculina en materia de realización cinematográfica y coordinación de equipos se rompe con la entrada en el campo tanto de jóvenes como de mujeres. Beneficiadas por el acceso a nuevas tecnologías que simplificaban y abarataban la producción –al menos en su parte técnica–, sensibles a emergentes perspectivas de género, solidarias entre sí y partícipes entusiastas de un colectivo de trabajo horizontal y transversal al sector –el Movimiento del Nuevo Cine y Video Boliviano (MNCVB)– Liliana de la Quintana, Raquel Romero y Cecilia Quiroga, y sus compañeras Silvia Rivera Cusicanqui y Elizabeth Peredo, produjeron tres valiosos documentales. Sin embargo, ni estos ni otros audiovisuales contemporáneos han recibido atención por parte de la historiografía y la crítica, y el período ha sido con frecuencia subvalorado y escasamente investigado” (Ibid: 57).


Subtítulo del documental A cada noche sigue un alba. Captura de pantalla. Material audiovisual consultado por gentileza de la familia Cordero-Quiroga.

El título A cada noche sigue un alba, además de expresar una clara referencia y lineamiento con el movimiento anarquista, evoca no solo la esperanza de un futuro revolucionario, más justo e igualitario forjado por el movimiento obrero y los anarquistas, sino también la idea de un presente oscuro. Como lo ha demostrado muy bien la contextualización de Aimaretti (Ibid), el documental fue realizado en los años ochenta, en un momento de desestructuración, caos y desorden del movimiento obrero y sindicalista frente al establecimiento de un orden neoliberal llevado a cabo por Víctor Paz Estenssoro, desmantelando irónicamente la propia matriz del 52 en la que se priorizaba la intervención del Estado (Ibid).  Frente a esta situación, de crisis de la izquierda, se buscaba la memoria y las voces de otros actores subestimados y/o silenciados por la historia oficial o incluso la historia del movimiento obrero marxista o nacionalista que había relegado el movimiento anarquista a la simple “prehistoria” de las luchas obreras (Ibid). La búsqueda de estas voces relegadas al silencio tenía como objetivo abrir los horizontes del movimiento obrero y sindical de la época mediante la recuperación de modelos de organización y de lucha política del pasado. Es en ese contexto que el Taller de Historia Oral Andina de la UMSA realiza estas entrevistas basándose en la metodología de la historia oral, dando una importancia particular al testimonio oral de actores del anarquismo que en ese momento estaban a punto de morir. Se trataba así de rescatar con urgencia sus memorias mediante el registro y la grabación.

De esta manera, el documental busca que los miembros de estos sectores subalternos y “subalternizados” rompan el silencio y tomen la palabra presentando su propia visión y memorias sobre el movimiento anarquista de la primera mitad del siglo XX (Ibid). Las fuentes orales resultan en efecto primordiales para recrear la historia de los movimientos obreros, pues en muchos casos las fuentes escritas provenientes de sindicatos (documentos administrativos, panfletos, cartas, periódicos, etc.) fueron destruidas en los momentos de represión que el Estado ejerció contra ellos. Este es claramente el caso del movimiento sindicalista anarquista en Bolivia. De la misma manera, los periódicos de la primera mitad del siglo XX (El Diario, La Razón, Última Hora…),pertenecientes a los barones del estaño y representativos de los intereses de las clases dominantes, hablaban muy poco de las actividades del movimiento obrero y, si lo hacían, era a menudo con una visión muy crítica, estereotipada y deformada (Alvarez Gimenez, 2018). Es el caso también del periódico La Calle (1936-1946) que, si bien se presentaba como el portavoz de las clases populares y otorgaba un espacio a las demandas y acciones del movimiento obrero, representaba sobre todo a las clases medias en busca de nuevos modelos ideológicos después de la Guerra del Chaco (1932-1935). Por lo tanto, la visión que presentaba de las acciones de los hombres y de las mujeres de las clases trabajadoras y anarquistas es muchas veces paternalista y caricatural.[1]

El formato audiovisual se presenta como idóneo para recuperar estas voces y rostros mediante las grabaciones y registros. Además, este formato permite completar la producción escrita de las investigaciones (los libros), hacer una devolución no escrita de los resultados a los entrevistados, así como permitir una divulgación amplia de la historia del movimiento anarquista (Aimaretti, 2019a) y de su cultura política.

En el documental se entrevista a José Clavijo (sastre), Max Mendoza (carpintero), Lisandro Rodas (ebanista), Teodoro Peñaloza (maestro), Juan de Dios Nieto (constructor) y a una sola mujer perteneciente al sindicalismo femenino anarquista: Petronila Infantes (culinaria). Se superponen las imágenes de estos anarquistas con imágenes de archivos, muchas de ellas inéditas, aportadas por los propios entrevistados (fotografías, recortes de periódico, documentos), o del dominio público, pero nunca antes utilizadas para la recreación del movimiento obrero (Ibid). A esto se añade de manera sonora un fondo musical conformado por himnos y canciones anarquistas[2], además de discursos o escritos de los y las protagonistas y pronunciados por la voz over afirmativa y segura de la directora. El hilo narrativo proviene de esta voz que es femenina, lo que resulta singular y anómalo en la cinematografía boliviana llevada a cabo hasta esa época (Ibid). Al fondo sonoro y visual con imágenes de archivo se añade un fondo visual con dos intertextos plásticos de dos artistas que habían tenido lazos con el movimiento obrero y libertario: Walter Solón Romero y Arturo Borda (Ibid). La utilización de todos estos documentos sonoros y visuales permite que el documental recupere y recree una cultura política: la del movimiento obrero y anarquista boliviano, siendo el formato audiovisual el más idóneo para esto.

Por otra parte, el documental hace un recuento relativamente cronológico de algunos de los eventos que marcaron la historia del movimiento anarquista boliviano y que estaban siendo reconstruidos en la época de creación del documental por las investigadoras ligadas al THOA. Si en el documental la única mujer anarquista entrevistada es Petronila Infantes esto se debe probablemente al hecho de que cuando el documental fue presentado, en 1986, las entrevistas a las y los miembros del movimiento anarquista no habían sido terminadas aún (lo fueron recién en 1987). De hecho, los libros dedicados al movimiento de mujeres sindicalistas anarquistas fueron publicados unos años después, en 1989.[3] De esta manera, los documentales Siempreviva (1987) y Voces de libertad (1989), vienen a completar y a dialogar con los libros y con A cada noche sigue un alba a través de la reconstrucción específica de la memoria de las mujeres anarquistas a través del formato audiovisual. La reconstrucción de la historia del movimiento anarquista iniciada por las investigaciones del THOA ha sido y está siendo completada por investigaciones más recientes como las de Huáscar Rodríguez[4] e Ivanna Margarucci.[5]

En A cada noche sigue un alba se da una importancia particular a la subjetividad de los entrevistados, lo que constituye una fuente de gran valor pues, como lo mencionamos anteriormente, los rastros escritos son muchas veces difíciles de encontrar para rastrear el pasado del movimiento obrero dadas las destrucciones provocadas por la represión. Esta falta de fuentes escritas a veces se agudiza cuando se trata de reconstruir la historia de las mujeres de las clases populares y trabajadoras, pues las mujeres a lo largo del tiempo han sufrido más del analfabetismo y, como lo explica la historiadora francesa Michelle Perrot, a menudo, las mujeres que saben escribir no consideran sus vidas y sus acciones lo suficientemente importantes como para escribir sobre ellas y dejar rastros escritos (Perrot, 2006). La historia oral resulta así esencial para la reconstrucción de la historia y de la memoria de las clases populares y trabajadoras, y de las mujeres de estos sectores. Las entrevistas realizadas por el THOA son fuentes esenciales para acceder a la subjetividad de estos actores y actrices del movimiento anarquista, que nos dan una idea de cómo concebían sus luchas, las relaciones de género en los sindicatos y en la vida cotidiana de pareja, el amor libre, etc., temas que son desarrollados aún más en el documental Voces de libertad.

La intervención de Petronila Infantes en A cada noche sigue un alba rememora la fundación del Sindicato de Culinarias en agosto de 1935, organización que permitió el surgimiento de otros sindicatos de mujeres anarquistas afiliados a la Federación Obrera Local en los años siguientes, y la recreación de la Federación Obrera Femenina en 1940. Será así, a través del sindicalismo femenino anarquista que sobrevivirá el anarquismo en Bolivia por algunas décadas más después de la Guerra del Chaco, pues sus sectores masculinos fueron debilitados después del conflicto por la cooptación de algunos de sus miembros por parte de las organizaciones obreras apoyadas por los gobiernos de Toro y Busch (1936-1939) (Lehm, Rivera C, 1989), situación que se denuncia claramente en el documental. Que se les prohíba a las mujeres cholas trabajadoras subir a los tranvías en 1935 porque ensuciaban y rasgaban las medias de las señoras de las clases medias altas, fue el evento catalizador para la creación del Sindicato de Culinarias, que facilitó la creación de otros sindicatos de mujeres anarquistas en los años siguientes (Wadsworth y Dibbits, 1989; Wadsworth et al, 1989). Estos sindicatos hicieron frente, en las décadas de 1930 y 1940, a medidas “higienistas” por parte de las municipalidades, que tenían el objetivo de excluir y sacar del espacio público a las mujeres de las clases populares, vendedoras muchas de ellas, vistas como elementos de “suciedad”, que daban a la ciudad un aspecto “indígena” y “rural” contrario a la imagen “moderna”, “blanca” y “viril” que quería darse de las ciudades, estableciendo políticas claramente segregacionistas y racistas fomentadas por los sectores de las clases dominantes (Álvarez Giménez, 2018, cap. 4). La resistencia y oposición a estas políticas de las municipalidades, justificadas como medidas de “higiene”, permitieron a las mujeres anarquistas jugar un rol de primer plano en la esfera pública, haciendo prueba de una gran combatividad, capacidad de acción, organización y resistencia en los años 1930 y 1940 (Wadsworth y Dibbits, 1989; Wadsworth et al, 1989; Álvarez Giménez, 2018, cap. 4).

A cada noche sigue un alba es así un eslabón en la reconstrucción, a partir de los años ochenta, de la historia y de la memoria del movimiento anarquista en Bolivia por parte de investigadoras sensibles a problemáticas feministas y a la necesidad de abrir otros horizontes de organización sindical fuera de los modelos partidistas y patriarcales. Se trata de un documento audiovisual de gran valor que nos habla de las luchas de las clases trabajadoras de la primera mitad del siglo XX, pero también de las luchas y dificultades del movimiento obrero en los años ochenta. Es, pues, un documento audiovisual, en parte olvidado por su difícil acceso en los últimos años, que vale la pena hoy en día conocer, difundir y revisitar.


El Sindicato de Culinarias, c. 1937. Fotografía del archivo de los hnos. Mendoza. Gentileza de Elizabeth Peredo. 


La dirigente Petronila Infantes en entrevista a mediados de 1980, antes de su muerte. Captura de pantalla del documental.

Referencias bibliográficas

Álvarez Giménez, María Elvira. 2018. Les femmes dans la sphère publique en Bolivie de la fin de la guerre du Chaco à la Révolution Nationale. Tesis de doctorado, Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne, París, Francia.

Aimaretti, María. 2019a. “Exhumar pasados, reinventar horizontes: las memorias anarquistas en el documental A cada noche sigue un alba (Cecilia Quiroga y THOA, 1986)”. Meridional. Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos, núm. 12 (abril-septiembre): 55-79. https://meridional.uchile.cl/index.php/MRD/article/view/52425

—-. 2019b. “Residuos tenaces y desobediencias humeantes: o cómo las documentalistas bolivianas de los ochenta hicieron propia la(s) memoria(s) anarquista(s)”. AURA. Revista de Historia y Teoría del Arte, núm. 9,  (septiembre): 181-203. http://www.ricila.com/residuos-tenaces-y-desobediencias-humeantes-o-como-las-documentalistas-bolivianas-de-los-ochenta-hicieron-propia-las-memorias-anarquistas

Rodríguez García, Huascar. 2012. La choledad antiestatal. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano (1912-1995). La Paz: La Muela del Diablo Editores.

Lehm, Zulema y Silvia Rivera C. 1988. Los artesanos libertarios y la ética del trabajo. La Paz: Ediciones del THOA, 1988.

Margarucci, Ivanna. 2015. “Cocinando la revolución en la ciudad de La Paz, 1927-1946”. Archivos de Historia del movimiento obrero y la izquierda IV, num. 7 (septiembre): 79-99. https://www.archivosrevista.com.ar/numeros/index.php/archivos/article/view/270/260

—-. 2020. “Del Atlántico a los Andes. Notas sobre las relaciones del anarquismo argentino y boliviano, 1922-1927”. Anuario IEHS 35, núm. 1: 27-50. https://ojs2.fch.unicen.edu.ar/ojs-3.1.0/index.php/anuario-ies/article/view/632

Perrot, Michelle. 2006. Mon histoire des femmes. Francia: Éditions du Seuil.

Universidad Mayor de San Andrés. 1986. Los constructores de la ciudad. Tradiciones de lucha y de trabajo del Sindicato de Constructores y Albañiles. La Paz: Taller de Historia Oral Andina (THOA).

Wadsworth, Ana Cecilia e Ineke Dibbits. 1989. Agitadoras de buen gusto. Historia del Sindicato de Culinarias (1935-1958). La Paz: Taller de Historia y Participación de la Mujer (TAHIPAMU), Hisbol. 

Wadsworth, Ana Cecilia; Ineke Dibbits; Elizabeth Peredo y Ruth Volgger. 1989. Polleras Libertarias. Federación Obrera Femenina, 1927-1965. La Paz: Taller de Historia y Participación de la Mujer (TAHIPAMU), Hisbol. 

Ficha técnica

Año: 1986.

País de producción: Bolivia.

Duración: 49 minutos.

Soporte: Video.

Color: Color.

Dirección general: Cecilia Quiroga.

Guion: Zulema Lehm, Silvia Rivera. Basado en la investigación del Taller de Historia Oral Andina de la UMSA, dependiente de la carrera de Sociología.

Adaptación: Cecilia Quiroga.

Cámaras: Raúl Valenzuela, Eusebio Cruz, Fernando Escobar.

Consola de video: Mario Bellido, Carlos Maraza.

Edición: Guillermo Chipana.

Sonido: Luis A. Millares.

Asesoramiento musical: Cergio Prudencio.

Asesoramiento general: Iván F. Rodrigo M.

Locución: Zulema Lehm, Mario Bellido, Cecilia Quiroga.

Con la participación de: José Clavijo, Petronila Infantes, Max Mendosa, Juan de Dios Nieto, Teodoro Peñaloza, Lisandro Rodas, Sindicado Central de Constructores y Albañiles, Unión Femenina de Floristas.

Colaboración especial: Coral Nova, Archivo Nacional de Imágenes en Movimiento (Cinemateca Boliviana), archivo de Presencia, alumnos de la carrera de Sociología, Instituto Internacional de Historia Social (Amsterdam), SSRC (Nueva York). Producción: Canal 13 Televisión Universitaria, THOA (Taller de Historia Oral Andina).



[1] Analizar las visiones que tenían las clases dominantes sobre las clases trabajadoras a través de fuentes como la prensa resulta interesante también pues permite entender mejor las políticas públicas establecidas por el Estado y las municipalidades con el fin en muchos casos de controlar a estos sectores cuya politización y movilización conocieron un gran dinamismo a partir de inicios del siglo XX (Álvarez Giménez, 2018,cap. 4).

[2] Las canciones de la banda sonora del documental fueron recopiladas por Osvaldo Bayer en un disco de vinilo (LP) titulado Los anarquistas (1904-1935). Marchas y canciones de lucha de los obreros anarquistas argentinos (Aimaretti, 2019b).

[3] Wadsworth, Ana Cecilia e Ineke Dibbits. 1989. Agitadoras… op. cit.; Wadsworth, Ana Cecilia; Ineke DIBBITS; Elizabeth Peredo y Ruth Volgger. 1989. Polleras Libertarias… op. cit.

[4] Rodríguez García, Huascar. 2012. La choledad antiestatal. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano (1912-1995). La Paz: La Muela del Diablo Editores.

[5] Margarucci, Ivanna. 2015. “Cocinando la revolución en la ciudad de La Paz, 1927-1946”. Archivos de Historia del movimiento obrero y la izquierda IV, núm. 7 (septiembre): 79-99 / 2020. “Del Atlántico a los Andes. Notas sobre las relaciones del anarquismo argentino y boliviano, 1922-1927”. Anuario IEHS, 35, núm. 1: 27-50.



[1] Universidad Mayor de San Andrés. 1986. Los constructores de la ciudad. Tradiciones de lucha y de trabajo del Sindicato de Constructores y Albañiles. La Paz: Taller de Historia Oral Andina.

[2] Lehm, Zulema y Silvia Rivera C. 1988. Los artesanos libertarios y la ética del trabajo. La Paz: Ediciones del THOA.

[3] Wadsworth Ana Cecilia; Ineke DIBBITS. 1989. Agitadoras de buen gusto. Historia del Sindicato de Culinarias (1935-1958), La Paz: Tahipamu-Hisbol.

[4] Wadsworth, Ana Cecilia; Ineke Dibbits; Elizabeth Peredo y Ruth Volgger. 1989. Polleras Libertarias. Federación Obrera Femenina, 1927-1965. La Paz: Tahipamu-Hisbol.

[5] Es probable que mientras se registraban las entrevistas se hayan hecho algunas grabaciones para el documental (Aimaretti, 2019a).

Maria Elvira Alvarez

Maria Elvira Alvarez

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