A propósito del ciclo de cine boliviano contemporáneo organizado por
Gateway Film Center de Ohio y la plataforma Bolivia Cine, re-publicamos una entrevista a Martín Boulocq, director del largometraje Lo más bonito y mis mejores años (2005), film que es parte del mencionado ciclo. La entrevista se realizó en julio de 2020 y se editó en el boletín de la Muestra Bolivia Radical, desarrollada de manera virtual por el Festival de Cine Radical e Imagen Docs.
Lo más bonito y mis mejores años se exhibe hoy jueves 19 de agosto de manera presencial en el Gateway Film Center de Ohio y en streaming por 24 horas en la plataforma Bolivia Cine https://www.boliviacine.com/
A década y media de tu primera película, ¿cómo ves tus inquietudes como director en ese momento?
Algunas inquietudes son muy juveniles, y un tanto inmaduras, lo que se podría esperar de un director que tenía 23 años cuando la filmó. Pero sí hay otras que son honestas con lo que soy, me parece. Y las sostengo hoy.
La crítica ha comentado varios aspectos de Lo más bonito y mis mejores años. Tal vez uno de los más abordados sea la dirección de actores en vinculación con el planteamiento de las escenas y los diálogos. ¿Cuál fue el método que usaste para filmar? ¿Se hacían ensayos con cámara o se planteaba una situación a los actores y las actrices?
Si algo tenía claro como director era hacer todo lo posible para lograr actuaciones creíbles. Hubo un trabajo largo e intenso con los actores, sobre todo previo al rodaje, con ensayos filmados, durante varios meses. Ahí tengo que resaltar la dedicación y el tiempo que brindaron los actores principales, Juan Pablo Milán, Alejandra Lanza, Roberto Guilhon y Alicia Saavedra, los últimos dos Q.E.P.D.
Santiago Espinoza y Andrés Laguna hablan de Lo más bonito y mis mejores años en el marco del concepto del viaje en el cine boliviano. Una de las problemáticas que plantea la película es la proyección de una serie de desplazamientos que no ocurren realmente. Desde el inicio, con la imagen de la explosión del puente, se dibuja una especie de encierro. Estas ideas, del viaje y el encierro, ¿cómo las entiendes ahora?
Algunas de las emociones que generaron el impulso para hacer la película tienen que ver con la fuerte migración que yo veía en aquel momento (previo al 2004). En Cochabamba, cada día salían aviones repletos de gente migrando hacia Europa y a otros lugares debido a la crisis económica de entonces (lo contrario a lo que sucedió años posteriores al 2009: aviones repletos de paisanos retornando al país). Nadie migra porque es lindo viajar. Generalmente es porque no tienes alternativa. Es decir, la alternativa es quedarte y morir (de hambre o espiritualmente). Y migrar implica abandonar, y abandonar se traduce en dolor. Las ideas del encierro/estancamiento y el viaje en la película están en ese marco, en ese dilema.


En la actualidad, en Bolivia 2020, ¿hay lugar para Berto, Victor o Camila en la sociedad?
El año pasado te hubiese dicho que no, pero hoy dudaría. Me parece que la crisis que estamos atravesando desde el año pasado planta la semilla para que pronto vuelvan a aparecer ese tipo de subjetividades (ensimismadas, sin visión de futuro, con la migración como único horizonte). Espero equivocarme.
Como cineasta, ¿cuáles crees que son los lugares, las posibilidades y las limitaciones que las imágenes (sean audiovisuales, fotográficas, memes, etc.) han construido en la actual situación de crisis de la sociedad boliviana?
Las imágenes y los discursos audiovisuales construyen, moldean y modifican las subjetividades, eso no es nuevo. Lo nuevo son las formas que camuflan mejor a quienes están detrás de esas construcciones. Los memes, los videitos, los chistes, etc., que se comparten por las redes tienen una capacidad sorprendente de generar una respuesta inmediata, al punto de reconfigurar la realidad. Esa reconfiguración es ideológica y política, pero tiene la capacidad de no parecerlo… se disfraza de «un simple chiste inofensivo» (cuando en el fondo puede estar cargado, por ejemplo, de racismo o misoginia), o de mensaje «ecologista» o toma consignas como «libertad», «democracia», «rebelión», «salud»… Es decir, valores universales con los que, en términos generales, difícilmente alguien estaría en desacuerdo hoy, pero por debajo, quienes las generan, los poderes que generan esos discursos y sus agendas, no se dejan ver y nada o poco tienen que ver con el envoltorio (la apariencia) de esas imágenes/discursos. Lo más peligroso es que aparentan ser imágenes que se generan solitas, o que las hace «la gente» o «los ociositos», o «gente apolítica», o incluso se piensa en «críticos neutrales», etc… Nada más alejado de la realidad que eso.
¿Estás trabajando algún proyecto cinematográfico en la actualidad?
Estoy en la postproducción de El visitante, mi cuarto largometraje.
Añadir comentario