
Edmundo Bejarano realiza un retrato íntimo de Julio Barriga, el inconfundible escritor tarijeño, encontrándolo en un momento y una época particular, la nostalgia y la agonía de un año que se acaba y la idea ineludible de una vida que se acaba. Todos parecen ser el último de los días. En este contexto de nostalgia y pesadumbre, La última Navidad de Julius (2016) aborda al protagonista de manera intensa. Es cómo la anécdota del futbolista en la cancha que cuenta Barriga, se trata de una presencia durante un evento, el comportamiento individual durante el protocolo.
El título no podría ser más acertado, y aquí hablamos de varias cosas a la vez. Simultáneamente se muestra esta época del año y sus características en Tarija, se muestra a Julius, el personaje en ese marco y se aborda esa idea de lo último, del ocaso, de un fin que se aproxima y que llegará con sorpresa. Ya se ha marcado ese camino hacia la muerte, “adelante, porque sólo se puede ir hacia adelante”, dice el Julius. Julio Barriga deja la puerta abierta a la espera de algo, saca la cabeza por el marco varias veces a ver si ya se acerca. Existe una incertidumbre por el momento de esa llegada.
En ese contexto está la situación en la que se enfoca el documental, la actividad literaria de Julio Barriga, sus hábitos hogareños, su devoción por Amy Winehouse y la complejidad de explicar esa relación entre el escritor y la cantante. A través de los (casi) 50 minutos de película, las ideas se van aclarando de a poco.
En varias secuencias se busca mostrar lo ritual en la vida de Julio Barriga, sus viajes, sus visitas. Esas visitas a quienes se han ido, a quienes ha conocido de distintas maneras. Su padre, el poeta Echazú, Winehouse y otros amigos. Cada nombre existe en su memoria con la misma intensidad, despiertan recuerdos a los que ha llegado de distintas maneras, mediante la presencia o la expectación, por un abrazo, un libro o un DVD pirata. Sello de este personaje: la pasión por la gente, por escribirle a los muertos para acordarse de ellos, y de uno mismo.
Hay un importante trabajo en cuanto a la cámara y el montaje que da sentido y fuerza a este documental. Esa persecución del personaje en el espacio, que es esquivo sobre todo en la libertad de la calle, la interacción con este y la limpieza técnica requieren de mucho esfuerzo y concentración por parte de Bejarano, quien capta momentos auténticos y fuertes en lo cotidiano de este inspirado que es Julio Barriga. La cámara atenta y movediza son la virtud de Bejarano, la actitud en los textos los pone el Julius. Juntos crean una pieza que contempla un concepto muy fuerte, el simulacro de la agonía, esperar la muerte viviendo cada día.
La última Navidad de Julius tuvo su premiere internacional en la competencia latinoamericana del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) 2016, donde tuvo una mención especial del jurado. Luego, en septiembre del mismo año se presentó en Bolivia en el Festival de Cine Radical de La Paz.
Texto originalmente publicado en la página de Imagen Docs en el periódico La Razón, 15 de julio de 2018.
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