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El nuevo cine paraguayo

La grandeza de este filme es ese material poroso del que está hecho una historia bien contada. Sin colgarse de la bandera de un discurso regional que se dedicaría a mostrar cada una de las características más sentidas de su país y relegaría la historia de estas mujeres a un segundo plano, Martinessi nos presenta a la sociedad paraguaya a partir de sus personajes y nos propone seguirlos en su recorrido diario.

En estos últimos años, el imaginario que habíamos construido sobre la sociedad y la cultura paraguayas ha empezado a ganar nuevos sentidos gracias al cine. ¿No es el arte, acaso, una de las mejores maneras de entender una época y una sociedad? Me hago esta pregunta después de ver una de las películas paraguayas que más ha dado de qué hablar el año pasado.

Las Herederas (2018), dirigida por Marcelo Martinessi, ha sido ganadora de varios premios en la Berlinale 2018, entre ellos el premio Alfred Bauer y el FIPRESCI de la crítica internacional. Se trata de un nuevo paso, después del éxito de 7 cajas (2012), hacia la consolidación mundial del nuevo cine paraguayo.

Su director nos ha abierto una puerta de entrada para conocer más sobre la realidad del país vecino. Vemos su cotidianeidad y esas características propias de un lugar que son difícilmente explicables. Los detalles que singularizan a una sociedad, su forma de hablar, las expresiones que utilizan, la manera en la que se relacionan unos con otros, su actitud frente a las dificultades y alegrías de la vida. En este caso, el acierto de Martinessi es el de una historia bien contada, pues nos ha puesto frente a una pequeña historia que no busca ser fiel a nada más que a ella misma y, en ese su cometido, como si de un material poroso se tratase, la identidad paraguaya se filtra entre sus imágenes sin esfuerzo.

Las Herederas, ópera prima de su director, cuenta la historia de Chela, una mujer adulta que ha perdido el entusiasmo por la vida y quien se encuentra en una relación desgastada con Chiquita, su pareja de muchos años. Ambas mujeres viven una situación económica difícil que las obliga a vender los muebles y antigüedades de la casa en la que habitan y que son herencia de la familia de Chela. La vida se complica cuando Chiquita es encarcelada por fraude al no poder pagar las deudas contraídas. En esta situación precaria la protagonista se convierte, casi sin proponérselo, en una especie de taxista que sin licencia de conducir lleva por las calles de Asunción a una vecina y sus amigas de edad avanzada. Esta oportunidad pronto se convierte en su manera de ganarse la vida y de redescubrir el deseo por tomar las riendas de esa misma vida que estaba ya casi rendida al paso del tiempo y la rutina. Volver a socializar, interesarse amorosamente por alguien más y salir del agujero en el que estaba escondida.

La grandeza de este filme es ese material poroso del que está hecho una historia bien contada. Sin colgarse de la bandera de un discurso regional que se dedicaría a mostrar cada una de las características más sentidas de su país y relegaría la historia de estas mujeres a un segundo plano, Martinessi nos presenta a la sociedad paraguaya a partir de sus personajes y nos propone seguirlos en su recorrido diario. Transitar sus calles, introducirnos en sus casas viejas y conocer a las mujeres que las habitan. Escucharlas hablar con pudor y sin él sobre sus propios deseos y experiencias. Presenciar la dinámica de una relación entre dos mujeres mayores en un entorno conservador, conocer la dinámica de una cárcel de mujeres, verlas reír y sufrir desde sus propias anécdotas y formas de entender la vida. ¿Cuántos discursos están manifiestos aquí y funcionan sin hacernos ruido, sin entorpecer la historia? ¿Cuánto nos dicen sobre la sociedad paraguaya contemporánea? Los espectadores seguimos la historia de Chela desde su lugar y su tiempo, y agradecemos que en ella no haya mediado ninguna actitud pedagógica por parte de su director.

Texto publicado originalmente en la página de Imagen Docs en el periódico La Razón, 10 de marzo de 2019.
Mariana Ríos Urquidi

Mariana Ríos Urquidi

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